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sábado, 22 de junio de 2013

VIVENCIA Y PERVIVIENCIA DE ORTEGA Y EL ORTEGUISMO






Organizado por el proyecto "LA ESCUELA DE MADRID Y LA BÚSQUEDA DE UNA FILOSOFÍA PRIMERA A LA ALTURA DE LOS TIEMPOS” (FFI2009-11707) y la FUNDACIÓN ORTEGA-MARAÑÓN (que será el lugar donde se celebre)


DIA 28
Mesa I: 10:00
Moderador: Agustín Serrano de Haro (CSIC)
Ponentes:
Manuel Garrido (Universidad Complutense)
Los impactos españoles de Ortega: Un análisis generacional

Olegario González (Universidad Pontificia de Salamanca)
La recepción de Ortega en la Iglesia: Un testimonio personal


Mesa II: 12:00
Moderador: Jorge Brioso (Carleton College)
Amelia Valcárcel
Hacía saber

Javier San Martín (UNED)
Mi encuentro con Ortega

José Luis Abellán
La apertura de la filosofía orteguiana a una nueva concepción metafilosófica



Mesa III: 16:00
Moderador: Antonio López Vega (Fundación Ortega-Marañón/Universidad Complutense)
Ponentes
Lucía Parente (Universitá L’Aquilla)
“Como una piedra arrojada en el estanque”. Ortega y nuestro tiempo

José Lasaga (UNED)
Los orteguianos del cuarto de hora. La filosofía de Ortega en el contexto de la universidad franquista


Mesa IV: 18:00
Moderador: Jesús M. Díaz Álvarez (UNED)
José Luis Moreno Pestaña (Universidad de Cádiz)
La movilización filosófica contra Ortega durante el franquismo

Antonio García Santesmases (UNED)
Ortega en la cultura política de la transición

Jacobo Muñoz (Universidad Complutense)
¿Cuándo nos hicimos orteguianos?



DÍA 29
Mesa V: 10:30
Moderador: José Emilio Esteban Enguita (Universidad Autónoma de Madrid)
Félix Duque (Universidad Autónoma de Madrid)
Que mi idea orteguiana de Europa no es una creencia

Miguel García-Baró (Universidad Pontificia de Comillas)
Circunstancia oscura, ambigua

Gerardo Bolado (UNED)
La renovación institucional de la filosofía después de Ortega








martes, 18 de junio de 2013

José Luis Bellón sobre la Historia de la Literatura de Mainer (III)

De acuerdo con lo que se comentó en las entradas anteriores, el estudio de los críticos - y/o teóricos y/o filólogos y/o historiadores de literatura - se hace necesario, pero no una celebración de las “grandes figuras”, los “grandes críticos que leyeron grandes obras escritas por grandes autores”. En serio y sin contarse historias. En el campo de la sociología, se viene haciendo en filosofía y sociología españolas (Fco Vázquez y José Luis Moreno Pestaña, María Francisca Fernández, Jorge Costa Delgado, Juan Núñez, Álvaro Castro); Alejandro Estrella, dentro de la misma red universitaria, ha publicado en el 2011 un estudio socioanalítico profundo sobre el historiador británico marxista E. P. Thompson: Clío ante el espejo. Quien esto escribe no ha leído La filología en el purgatorio. Los estudios literarios en torno a 1950 (2003), de José-Carlos Mainer. El título promete.
La etapa actual de la Universidad global es una etapa de estancamiento por sobreproducción. También lo recuerda, a su manera, Terry Eagleton (After Theory (2003), Death of Criticism, recientemente The Event of Literature) o, en España, entre otros, Juan Carlos Rodríguez (p. ej. su libro De qué hablamos cuado hablamos de literatura (2002), o el artículo «Subjetividad y subjetivación en la cultura de hoy (notas sobre Foucault y Heidegger y otras cuestiones anexas» (2012)), a la suya. Como planteaba el sociólogo norteamericano R. Collins, en la historia intelectual esas etapas pueden conducir a la mentalidad bibliotecaria, museística, o al nihilismo intelectual (como el postmodernismo, aunque éste tenía también raíces políticas).
Y a ese estancamiento se añade el “todo vale” actual, la presión por publicar y las valoraciones mercantiles que parecen imponerse en el campo académico, cada vez más dominado por la lógica mercantil, todo lo cual no ayuda en absoluto a la investigación y análisis racionales de las producciones en el campo cultural. El análisis racional es posible si no se exacerba la presión por publicar lo que sea en los plazos dados por el departamento respectivo (de forma que este obtenga fondos para que se pueda pagar a los profes). El régimen darwiniano que se nos está imponiendo contrasta con el letargo al respecto en las instituciones universitarias, dentro de las cuales un gran número de individuos parecen haber aceptado las reglas del juego y no hacen nada (dedicándose a competir con los colegas en la carrera por el puesto fijo). Es posible, sin embargo, que la crisis y la transformación generen, paradójicamente, un periodo de creatividad que solo es posible reaccionando a la presión por publicar.
Adoptar el estilo ensayístico y un eclecticismo de menú, además de una presión editorial, es síntoma de que no se sabe dónde se está - lo cual es comprensible dada la indigestión actual de posicionamientos, teorías e historias, la "indigestión ideológica de los años sesenta y setenta" (p. xvi)  - o de que se quiere estar en todas partes. Y aunque no se puede saber cuál es la respuesta ontológica, quizás al menos pueda decirse dónde se está histórica y socialmente en el entramado y complicado andamiaje de las instituciones educativas y de poder simbólico.
¿Significa esto que no hay que leer la Historia de la literatura española dirigida por Mainer? Al contrario. Es imprenscindible. No hay otra forma de conocer la norma académica contemporánea en el campo del hispanismo literario, una norma lejana tanto de los conflictos políticos de los 70 y 80, como del relativismo posmoderno de los 90. Una obra babélica en la que el consumidor puede elegir de entre el amplio menú de la cocina teórica dominante, pluriforme y proteica y en la que “lo literario” sutura los desgarrones del caos.

viernes, 14 de junio de 2013

José Luis Bellón sobre la Historia de la literatura española de J.C. Mainer (y II)

El ensayismo propuesto en el prólogo se debe no solo a su eclecticismo y apertura, sino también al posible público no especializado. Pero el eclecticismo y el matiz son relativos, porque la literatura como obra de arte eterna no se pone en duda. Dilucidar esto es complicar las cosas y no es para zanjarlo con cuatro lugares comunes en una entrada de blog pero está claro que el manual se presenta de esa forma que, en la escuela materialista se tacharía de “esencialista”.


Hay algo que no está en la obra (no le es exigible, por otro lado) y que está prácticamente ausente de los estudios hispánicos en general, con alguna excepción. ¿Quién educa a los educadores? La pregunta se ha hecho muchas veces pero siempre se ha quedado en exposiciones de los diferentes ismos teóricos endosados a los autores con y a los que se discute con el fin de justificar el propio ismo (v.g. derrideano versus lacaniano, queer student versus ecotheorist) o bien como denuncia de las instituciones, o los intereses de clase (v.g. Fulano ideólogo consciente o inconsciente de la burguesía), en este caso convirtiendo los campos culturales en espacios heterónomos donde una burguesía tentacula a sus unidimensionales sujetos.


Intentar responder a la pregunta por los educadores no se basa en un afán de denuncia o de desvelamiento de las tramas e intrigas de las relaciones de poder en el campo académico… estas tramas son inevitables como en cualquier trabajo o producción humana donde hay relaciones de poder e intereses en juego. La pregunta que se interroga por los productores puede enseñar cómo se construye lo que parece incuestionado. Estudiar literatura, leer literatura de una forma activa, constructiva, comprender de verdad, implica poner en suspenso los supuestos que son entregados como evidentes en la educación y esto puede hacerse leyendo a los lectores e investigando a los investigadores. En definitiva, ¿quién es José Carlos Mainer? ¿Quiénes son los que escriben esta obra? ¿Por qué ellos y no otros? ¿A qué responden las líneas de investigación de una escuela determinada? ¿En qué redes intelectuales y universitarias se encuadran sus trabajos? ¿Cómo se articulan esas líneas de investigación, esas lecturas, con una política educativa determinada y con una concepción del mundo, mitología o andamiaje ideológico determinado? ¿Cuáles son las condiciones de la autonomía creativa y qué efectos de liberación puede producir su estudio?


En estas preguntas por las condiciones materiales de la investigación no hay un deseo insano de hurgar en las raíces para agusanarlas, y aunque hubiera malignas intenciones ocultas, las preguntas pueden seguir siendo productivas. No es cuestión de ajustar cuentas en nombre de ningún gran relato: pensar todo esto sería tener tan malos pensamientos como los malos pensamientos achacados al que plantea las preguntas malignas. Existe la tendencia a soterrar o callar las condiciones de existencia de los universitarios, como si mencionarlas fuera lanzarlos al fango. O como si los productores (incluidos los escritores de literatura creativa) fueran ángeles que no comen, espíritus puros dedicados a la contemplación desinteresada de la belleza del Canon, seres autónomos más allá del bien y del mal, transmisores de una tradición de bondad, verdad y belleza. Todo esto puede ser cierto, pero además una sociología de la filología puede aclarar aquello a lo que un autor alude o elude decir o por qué dice lo que dice en un momento determinado de su historia personal y de la historia del campo.


Tampoco hay que engañarse. Respeto mucho el trabajo de todos estos grandes hispanistas, y seguramente la obra es importante (ya está pedida para nuestra lejana biblioteca en Brno). Pero, insisto, no hay que engañarse:


Los maestros canónicos de las disciplinas canónicas consagran una parte importante de su propio trabajo a la producción de obras cuya intención escolar está más o menos doctamente negada y que son a la vez privilegios, a menudo económicamente fructíferos, e instrumentos del poder cultural en tanto empresas de normalización del saber y de canonización de los conocimientos adquiridos legítimos: sin duda son los manuales, los libros de la colección "Que sais-je?" y también las innumerables colecciones de "síntesis", particularmente florecientes y rentables en historia, los diccionarios, las enciclopedias, etc. Estas "vastas síntesis", a menudo colectivas, más allá de que permiten reunir y gratificar a amplias clientelas, tienen, por obra de la selección que operan, un efecto de consagración (o de palmarés) que se ejerce primero que nada sobre el cuerpo docente. (Bourdieu, Homo academicus, Buenos Aires 2008 [fr. 1984], p. 137).

jueves, 13 de junio de 2013

José Luis Bellón sobre la Historia de la literatura española de J.C. Mainer

Sobre el prólogo general de la Historia de la literatura española, dirigida por José Carlos Mainer (2010-). (I)
Bajo las cubiertas de muchos manuales universitarios palpitan necesidades institucionales, mercantiles y estrategias consagración. J. C. Mainer es un hispanista de prestigio que copa, merecidamente, el espacio de atención, incluso a través de artículos en El País sobre su obra.
La obra que reseñamos es presentada como una síntesis que concluirá "al comienzo del segundo decenio del siglo XXI". Intenta aprovechar la cosecha filológica de los últimos 30 años y contiene dos volúmenes de importante carga teórica dedicados al "lugar de la literatura" (y española) y a las "Historia de las ideas literarias" (y en España). Ha habido modificaciones de paradigmas de estudio y muchos logros y preguntas planteadas, desde la estética de la recepción a la impregnación política de los estudios (etc.), de modo que la presente historia - se nos dice - no quiere tanto contribuir a aclarar algo el borroso cuadro del estado de las cuestiones sino a transmitir la riqueza de tan abigarrado paisaje.
Explica el autor en el prólogo general las implicaciones y complicaciones de la expresión "historia de la literatura española". Cada una de estas palabras (historia, literatura, española) provoca reflexiones, dudas, reproches y encogimiento de hombros: sin embargo, al fin y al cabo no hay otra cosa, así que se deja tal cual…
Sin embargo, deja claro en añadido que los filólogos ya se habían dado cuenta hace tiempo, de que “los textos literarios son de naturaleza hojaldrada, finos estratos de significado entre los que circula el aire del tiempo y las huellas de textos precedentes que condicionaron su nacimiento” (p. ix); la evocadora y literaria imagen (que me recuerda a Proust y a los hojaldres de la pastelería de mi infancia en un pueblo de Jaén), coloca a los filólogos en su sitio al mismo tiempo que reactualiza las capas de la cebolla desconstructiva pero de forma más castiza (el hojaldre). En vez de arqueología, se trata de cocina. Este es el lenguaje y el tono literario del prólogo general que se presenta como una empresa cargada de sentido y ambiciones, como se verá.
Se aceptan las aportaciones de la teoría literaria, incluyendo la sociología Bourdieu ("interesante"), aunque la utilización de la noción de campo literario es bastante flexible (habrá que ver cómo se pone en funcionamiento en la obra); se reconoce asimismo a los Cultural Studies.
Los puntos centrales de la propuesta son los siguientes: pluriformidad metodológica y de concepción de la literatura, eclecticismo y preservación de "lo literario", de los textos y de sus autores, articulación de la literatura con el exterior del campo, incorporación de las literaturas menores de productos artísticos que la influyen pero que no son canónicos; el Canon no se pone en duda aunque se reconozca que haberlos hay que han dudado de Él.
La sensación es que se plantea la defensa de las constantes de lo literario-en-sí, con una serie de añadidos y cortezas de tipo histórico y sociológico para darle un barniz moderno a la vieja cuestión: La naturaleza humana existe y la literatura es eterna.
La magna obra no carece de ambiciones. En una serie de párrafos muy bien escritos, se despliega  creencia en la continuidad y herencia de Menéndez Pelayo y Ramón Menéndez Pidal. Nada más y nada menos. Modernidad y Tradición. Lo viejo y lo nuevo. Antiguos y modernos. Tutti frutti.
El prólogo es bastante aséptico, cauteloso. Al inicio parece que se nos dice que es una obra para todos, no sólo para los especialistas, como se reconoce al inicio. El público no es sólo universitario y por tanto el texto tampoco puede serlo. ¿Qué razones encontramos para esta propuesta for all seasons? Quizás que, en efecto, las necesidades institucionales fuerzan a escribir para todos y que esto es muy difícil de hacer, si se quiere presentar una obra digna del mercado y de la pervivencia en los tiempos que corren (y tan rápido: todo lo sólido se desvanece en el aire). No existen sólo necesidades institucionales, sino de mercado, o las dos se confunden, o hay una estrategia editorial de fondo en la que priman las listas de ventas. Al César lo que es del César. Criticar el plegamiento al mercado no es llamarlos herejes: es loable poner a disposición del público saberes enclaustrados en los laberintos, a menudo ilegibles, de la bibliografía especializada. Si el carácter de la obra es divulgativo, tampoco es que haya que darle muchas vueltas al asunto. Pero esta obra quiere y no quiere ser divulgativa. Lo más probable, sin embargo, es que la actitud de fondo (no sólo la estrategia editorial) corresponda a un estado de la cuestión en cuestiones de hispanismo literario.
 La realidad es que, en lo que concierne a los estudios de literatura, hoy todo vale: lo único que cuenta es publicar, y cuanto más, mejor. Da igual que se sea de la estilística, filólogo tradicional, feminista, psicoanalítico, marxista, postcolonial (o algún otro "post"), positivista, etc., etc., etc. La virtud de esta obra, por tanto, es el saber acumulado. Sus autores poseen una consagración merecida y seguro esta obra es un manantial de saber, de ideas, de caminos y senderos que se bifurcan. Siguiendo con la metáfora borgiana, puede decirse que la obra es una Babel. Según se deja claro, los últimos 40 años constituyen una edad de oro del ensayo, y este "ensayismo", será la tónica dominante de la (incluso reduciendo citas eruditas y notas, para no cansar al lector). Quien esto escribe no tiene nada en contra del ensayo, como género literario. Pero la elección de la palabra del estilo es desafortunada, sintomática. Porque se trata de una Babel relativa: “lo literario”, desde los orígenes hasta hoy, nunca es puesto en duda.

miércoles, 12 de junio de 2013

Defensa de la tesis doctoral de José Antonio Hernández Guerrero sobre el filósofo español Mariano Peñalver

 
Ayer, miércoles 12 de junio a las 11'30 h., tuvo lugar la defensa de la tesis doctoral de José Antonio Hernández Guerrero sobre el filósofo español Mariano Peñalver Simó. El trabajo, dirigido por Francisco Vázquez, fue juzgado por un tribunal compuesto por Félix Duque, Ramón Vargas-Machuca, Patricio Peñalver Gómez, Manuel Barrios y Cinta Canterla. Tras el acto de defensa, recibió la máxima calificación, apto cum laude por unanimidad. Una noticia más amplia aquí

lunes, 10 de junio de 2013

Sesión 4, "Sociología del conocimiento y la filosofía" en el Congreso de la Federación Española de Sociología

Responsable/s: José Luis Moreno Pestaña
Día: viernes,12 de julio de 2013
Hora: 09:00 a 11:00
Lugar: Pendiente de asignación
Sesión de Póster
Día: Pendiente de asignación
Hora: Pendiente de asignación
Lugar: Pendiente de asignación

sábado, 8 de junio de 2013

Luis Roca reseña La norma de la filosofía en el número de junio del Viejo Topo



José Luis Moreno Pestaña (1970) es profesor de Filosofía de la Universidad de Cádiz y uno de los investigadores más interesantes del panorama filosófico español. Ha trabajado en diversos frentes y ha publicado múltiples escritos que los han plasmado de manera clara y rigurosa. Entre sus libros destacan los estudios renovadores dedicados a Foucault y su obra (Convirtiéndose en Foucault. Sociogénesis de un filósofo y  Foucault y la política). Otros los ha dedicado a la sociología y a la filosofía, entendida esta relación de manera diversa y sugerente. Podemos referirnos a un trabajo de campo sobre la anorexia y la bulimia: Moral corporal, trastornos y alimentarios y clase social. Pero también a trabajos que completan el libro que comentamos como Filosofía y sociología en Jesús Ibáñez o la introducción (junto a Francisco Vázquez García) de Pierre Bourdieu y la filosofía.
Este libro hay que entenderlo en el contexto del proyecto filosófico de Moreno Pestaña, en parte compartido por el citado Francisco Vázquez García. Digo esto en dos sentidos precisos. El primero porque el libro que nos ocupa, completa el libro que el citado Francisco Vázquez García escribió el año 2009 sobre La filosofía española. Herederos y pretendientes. Una lectura sociológica (1963-1990). Digo complementar con ciertas reservas, ya que son dos libros independientes que no responden a un plan común, aunque sí a una metodología afín , fruto de un diálogo fructífero entre ambos. El segundo sentido lo entendemos con la hipótesis central de este libro: Ortega y Gasset formula un proyecto filosófico interesante que todavía hoy queda pendiente. Este proyecto responde a un modelo de filosofía abierta a las ciencias sociales que se contrapone al modelo cerrado de filosofía canónica que se constituye en norma en los años 50. Los tres debates que articulan el desarrollo del libro clarifican como se constituye esta norma de filosofía canónica en torno a la crítica a Ortega Gasset y como aparecerá su transgresión en el debate entre Manuel Sacristán y Gustavo Bueno.
El primer debate es sobre el tema de las generaciones, una de las problemáticas abiertas por Ortega en su análisis de la historia. Intervienen básicamente los seguidores directos de Ortega, representados por Julián Marías, y los de Zubiri, a través de Pedro Laín Entralgo. El tema de las generaciones plantea cuestiones como la vinculación entre un aspecto biológico, otro político y otro relacionado con los repertorios de creencias y de proyectos comunes. A nivel político, por ejemplo, las generaciones pueden dividirse entre los que accederán al poder (30-45 años) lo que están en el poder ( 45-60 ) y los que lo han dejado ( a partir de los 60). Ortega planteará una medida de 15 años, por tanto, para definir las generaciones, entendida como sucesión de grupos humanos. Lo enriquecerá con unas diferencias horizontales entre las zonas centrales y periféricas de cada generación. Lo que pretendía Ortega con esta hipótesis era armar conceptualmente, desde la filosofía, a la ciencia histórica. En realidad la misma noción de generación sirve para entender este debate entre Marías y Laín, que forman parte de la misma cultura (utilizo aquí un término que curiosamente está ausente en Ortega y en libro). Porque solo, como bien nos enseña Moreno Pestaña, compartiendo un terreno común es posible el diálogo. Si no hay una cierta reciprocidad no es posible entender los argumentos del otro. En realidad, apunto yo, esto es el diálogo. Dos lógicas diferentes pero que implican la escucha del otro.
El segundo debate es el de la batalla entre orteguianos y no orteguianos y la victoria de los segundos, que impondrán su norma canónica a la filosofía posterior. ¿Cuál es el debate ? El de la propia definición y la valoración del filósofo. ¿Quién es el filósofo? ¿Cómo evaluarlo? Son necesarios criterios que diferencien el que es un filósofo del que no lo es y del que es un buen o un mal filósofo. Ortega plantea, contradictoriamente, un modelo de filósofo que él mismo no acabará de asumir. Para él el modelo es una filosofía abierta, antisistemática, abierta  la ciencia histórica. El adentro de la filosofía solo puede entenderse desde el afuera. La filosofía académica ha acabado porque no podemos encerrarnos en los textos filosóficos si queremos que la filosofía nos ayude a entender el mundo. Ortega, a pesar de sí mismo, estaba empeñado en ofrecer una filosofía sistemática. Este es su papel transitorio, ya no acaba de llevarlo a sus últimas consecuencias. Esto explica que sus alumnos más fieles ( como Julián Marías)  esperaran que publicara su obra sistemática. Se trataba de ir a los textos desde el contexto y éste era tanto el biográfico como el histórico. Pero se perdió la batalla  ganó la filosofía canónica y lo hizo a través del tomismo.
El tercer debate es paradójico. Es un debate que no se dio y que además se planteaba entre dos representantes de la transgresión a la norma. Se trata del texto de Manuel Sacristán “Sobre el lugar de la filosofía en los estudios superiores” y la respuesta de Gustavo Bueno. Sacristán, ignoramos porqué, no le contestó. En realidad, plantea Moreno Pestaña, eran demasiado próximos y planteaban los dos una ruptura con la norma y una recuperación del proyecto de filosofía abierta, ligado a las ciencias sociales, de Ortega. Sacristán radicaliza a Ortega: estamos al final de la filosofía académica. Hubiera estado bien que contestara a Bueno porque este final de la filosofía académica no implica necesariamente la eliminación de ésta. Lo que se acaba es la filosofía cerrada en sí misma, no necesariamente la filosofía como especialidad, que defiende Bueno.
Lo más interesante es saber lo que ha ocurrido desde entonces. Tenemos el libro citado de Vázquez García y otro trabajo pendiente desde 1990 hasta la actualidad. Pero Moreno Pestaña nos adelante sus conclusiones y vale la pena comentarlas por su sentido crítico. Lo que ha ocurrido ha sido un penoso malentendido. Se ha considerado que la filosofía durante el franquismo fue pobre y dogmática y que con el postfranquismo surgió una filosofía renovadora y crítica. Nada más lejos de la realidad porque el debate no era éste. El debate era entre una filosofía cerrada y una filosofía abierta. La filosofía cerrada es la canónica, que es la que se alimenta de sus propios textos. Hemos vivido múltiples ejemplos de escolásticas seguidoras del último autor de moda : Foucault, Deleuze,
Wittgenstein, Popper... Y quizás sean escolásticas peores, menos elaboradas, más arbitrarias que las de los tomistas. Hay que preguntarse también si no es esta filosofía canónica la que domina las Universidades todavía hoy. Pero la filosofía académica no es necesariamente una filosofía canónica, sistemática y cerrada, apunta Moreno Pestaña: hay que darle su valor. No podemos hablar, añado yo, dicotomías absolutas. Hay ejemplos pobres de filosofía abierta y los hay de filosofía cerrada. Un ejemplo de esto último, para mí, sería Felipe Martinez Marzoa.
Hay una ética de la veracidad del trabajo intelectual que me parece admirable en Moreno Pestaña. Queda entonces pendiente este proyecto fallido que apuntó Ortega. Que continuaron gente como Sacristán y como Bueno. Y que algunos, como José Luis Moreno Pestaña y Francisco Vázquez García, continúan con dignidad. Trabajo muy fecundo, en la línea de Pierre Bourdieu o de Randall Collins, de un encuentro fructífero entre la filosofía y la sociología.
Muchas más cosas podrían decirse sobre el libro, como su ejemplaridad metodológica en la descripción de las trayectorias de los filósofos citados. Trabajo paciente de lectura de documentos, de elaboración de entrevistas y sobre todo de reflexión consistente. Un libro de una gran densidad que nos permite entender también los efectos de la Guerra Civil en diferentes grupos de pensadores: a unos les cerró el camino y a otros de lo facilitó. Igualmente me parece muy sugerente sus alusiones a la Iglesia y al Partido Comunista como instituciones totales.
Quiero acabar con una nota irónica que muestra los tópicos que denuncia Moreno Pestaña: el convencional y canónico filósofo Sergio Rábade nos da la misma definición de filosofía que el vanguardista Gilles Deleuze: la filosofía es creación de conceptos.