El día 14 de marzo tuvimos la segunda
sesión de nuestro seminario, en la ocasión consagrada a los primeros capítulos
del libro de Jacques Rancière La mésentente,
su obra más ambiciosa de filosofía política. La discusión transcurrió en torno
a dos ejes: en primer lugar, la clarificación del los vínculos entre política y
policía y, en segundo lugar, la evaluación de la filosofía de la política de
Jacques Rancière a la luz de nuestro conocimiento de la democracia ateniense y
del corpus de textos disponibles.
Sobre el primer tema, el debate corrió
alrededor de los procesos de institucionalización de los logros democráticos,
discutiéndose si Rancière ofrece una explicación convincente de la estabilización
de las conquistas o si, por el contrario, ofrece una fenomenología interesante
de las prácticas de liberación pero menos valiosa respecto de las prácticas de
libertad. Además se discutió si su descripción de la dominación proponía un
espacio para el cinismo y la mentira consciente o se basaba exclusivamente en
el sometimiento del habitus –porque, pese a Rancière sea crítico de Bourdieu, de
nada más que del habitus habla en el ejemplo de los esclavos escitas que
propone en el capítulo I-. La cuestión derivó entonces en una homología con los
procedimientos para desacreditar el sorteo durante la asamblea de Podemos en
Vistalegre. Estos, muy burdos intelectualmente, fueron acogidos con facilidad por
personas que pocos meses antes utilizaban a Rancière como modelo y a los que se
les suponía cierto conocimiento de la historia política. Una serie de ejemplos
intentaron precisar cuál fue el látigo, que a la manera de los amos escitas,
fueron capaces de blandir, con increíble eficacia, los jefes de la organización.
Otros ejemplos intentaron recrear, con mayor grado de consenso, la teoría de
Rancière para describir una negociación sindical.
En segundo lugar, la discusión se concentró en si Rancière ofrecía o no una filosofía adecuada de la práctica de la democracia ateniense y si convence su recurso al venerable problema teórico de la igualdad aritmética y geométrica. Al respecto, nuestra valoración estuvo repleta de reservas.
En segundo lugar, la discusión se concentró en si Rancière ofrecía o no una filosofía adecuada de la práctica de la democracia ateniense y si convence su recurso al venerable problema teórico de la igualdad aritmética y geométrica. Al respecto, nuestra valoración estuvo repleta de reservas.
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