El
libro de Héloïse Nez, Podemos, de l'indignation aux élections (Paris, “Les Petits Matins”, 2015), puede ser leído en dos
claves distintas. La primera de ellas, de carácter “periodístico”, tiene un
valor informativo valioso. La segunda, más sociológica, aporta algunos
conocimientos de interés sobre los fenómenos de los que se ocupa, pero también
presenta algunos límites, a mi juicio importantes. Debo aclarar, que entiendo
por investigación periodística aquella que ofrece como resultado una
descripción factual de acontecimientos, recurriendo para ello a fuentes
diversas: observación, informaciones de prensa, encuestas de opinión o
entrevistas, entre otras. En este modelo de investigación, la descripción de
los hechos o las informaciones sobre las personas y los grupos se presentan
bajo la forma de un relato coherente con un valor informativo y de divulgación
muy importante, pero con un escaso valor demostrativo. Frente al modelo
anterior, a una investigación sociológica debe exigírsele un esfuerzo de objetivación
constante, que la proteja de los riesgos de tomar los acontecimientos tal y
como se nos presentan en el mundo social, mediante el uso de herramientas
teóricas de construcción de un objeto de investigación. Hecha esta aclaración,
me centraré en el contenido del libro y me detendré en los aspectos más
relevantes según el esquema de lectura que he propuesto.
En
la introducción, la autora presenta su objeto de investigación: el nacimiento
de un nuevo partido político, Podemos, en el marco de un país como España,
muy castigado por las consecuencias de una grave crisis económica y
caracterizado por los cambios que un movimiento social de masas, sin
precedentes en la historia reciente en Europa, introdujo en la percepción de
sus ciudadanos sobre el funcionamiento de la vida social y política. En sus
análisis se interrogará por las claves de los éxitos electorales logrados en
las elecciones europeas, autonómicas y municipales, por las novedades en su
forma de organización y por último, por las posibilidades de que un modelo
similar surja en otros lugares de Europa. A partir de aquí, el texto está
divido en cuatro partes. Las dos primeras se centran en la génesis del partido,
prestando atención a sus integrantes, poniéndolo en relación con el contexto
político, social y económico en el que emerge y vinculándolo con el movimiento
del 15M. En la tercera parte se describe y se analiza la estrategia
política del partido, esto es, las continuidades y las rupturas con respecto a
la oferta política disponible. En la cuarta parte se narra el proceso de
organización interna del partido y se analizan sus posibles resultados. En las
conclusiones, la autora reflexiona sobre los desafíos a los que se enfrenta Podemos,
en clave interna, en su papel en la escena política nacional y en la escena
europea.
En
lo que podríamos considerar las aportaciones de este libro, habría que comenzar
por reconocer el esfuerzo para situar socialmente a los fundadores de Podemos,
a través del análisis de sus trayectorias sociales y militantes. Se presentan
divididos en dos grupos. En el primero de ellos, compuesto por “universitarios
comprometidos”, están agrupados algunos profesores y estudiantes del
departamento de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense
de Madrid. Este primer grupo comparte ciertos rasgos: pertenecen a familias
acomodadas pero que les han transmitido una cierta socialización política, se
sitúan en una franja de edad alrededor de los 30 años de media, tienen trabajos
precarios y una trayectoria militante larga. En este grupo, los militantes se
definen ellos mismos como “transversales” para explicar sus orígenes diversos:
IU, movimiento anti-globalización, movimiento estudiantil o 15M. Así
mismo, en el caso de los nombres más visibles, como Iñigo Errejón, Pablo
Iglesias o Juan Carlos Monedero, les une su experiencia latinoamericana y su
trabajo en los medios de comunicación, sobre todo en el caso de los dos últimos
(pp. 27-31). En un segundo grupo estarían los “militantes anticapitalistas”,
compuesto por militantes del partido Izquierda Anticapitalista. En este caso,
su rasgo distintivo serían las trayectorias militantes largas y su
participación más explícita y activa en las movilizaciones del 15M (pp.
34-36). Esta primera caracterización del grupo promotor de la nueva iniciativa
política, describe al grupo que presentó el proyecto a principios de 2014. En
su análisis, la autora considera determinante en este momento el peso de las
trayectorias militantes en los miembros de ambos grupos, aunque también
identifica tensiones entre la iniciativa más decidida hacía una estructura
organizativa pensada para presentarse a las elecciones y aspirar a gobernar,
representada por el grupo de “intelectuales de la Complutense” y otra más
orientada hacía el trabajo de organización de los movimientos sociales y de
reivindicación, representada por los “anticapitalistas” (pp. 37-41). Conviene
retener aquí esta idea sobre las dos opciones presentes en este momento
fundacional, sobre la que volveremos más adelante.
Para
continuar con las aportaciones, cabe destacar la parte del trabajo etnográfico
que la autora llevó a cabo en algunas asambleas del 15M en Madrid. De
los debates que se produjeron en dichas asambleas, Héloïse Nez reconstruye los
que se tuvieron en dos grupos, dedicados ambos a tratar sobre cuestiones
políticas. En uno de ellos, ocupados sobre la política a “corto plazo” se
pretendía pensar sobre las políticas públicas a escala nacional. En el otro,
centrado en la política a “largo plazo”, el debate se focalizó sobre el modo de
organización política más deseable, inspirado en la autogestión y los métodos
asamblearios. Esta escena es utilizada por la autora para concluir que el
movimiento del 15M se debate entre las propuestas institucionales para
mejorar de forma rápida el sistema político y un ideal democrático hacia el que
orientarse (pp. 73-74). Las respuestas a estas formas distintas de concebir la
acción política cristalizarían en dos modelos de organización política: el Partido
X y Podemos. El primero más centrado en las cuestiones relativas a
la transparencia y la participación, y el segundo pensado como una herramienta
más eficaz para lograr el poder en las instituciones (pp. 75-81). Para dar
cuenta de la herencia que Podemos recoge del 15M, la autora
compara el funcionamiento de los “círculos”, elemento básico de organización
del nuevo partido, con el de la
institución central del movimiento surgido en 2011, las asambleas. Percibidas
por algunos de sus informantes como lugares de aprendizaje, las asambleas del 15M
evolucionaron y se racionalizaron,
haciéndose más eficaces y productivas, una vez recuperadas como círculos (pp.
89-93). Una tipología de los militantes de los círculos de Podemos,
hecha en función de sus trayectorias militantes, nos muestra que los círculos
agrupan a militantes de amplia experiencia previa, a los que se politizaron y
empezaron a militar en el 15M y a los que no tenían ninguna experiencia
de militancia anterior. Esta capacidad de Podemos para integrar a un
número muy amplio de personas, demostraría, según Rafael Mayoral, miembro de la
dirección nacional del partido, que Podemos y el 15M son “dos
caras de una misma moneda”. Mientras que “el 15M era el no, Podemos
es el sí de la misma cosa” (pp. 99-113).
Con
un grupo dirigente a la cabeza y cientos de círculos por todo el país, el
partido consigue un importantísimo resultado en la elecciones europeas,
logrando cinco eurodiputados en mayo de 2014, apenas cinco meses después de su
creación. En ese proceso el partido ha elaborado un discurso político sencillo
y eficaz, centrado en la democracia y los derechos humanos. La incorporación de
expertos en distintas materias y el uso intensivo de los medios de comunicación
y las redes sociales, unido a la promoción de un líder carismático, habían
convertido al partido en una máquina electoral. ¿En qué medida, se pregunta en
este punto la autora, un partido que ha elegido una estructura tan vertical,
podría ser distinto de los demás? (p. 166)
La
cuarta parte de este libro se ocupa del momento que ofrece un material más rico
para el análisis que nos interesa en este momento. Se trata de los debates
sobre la organización del partido. En la “Asamblea ciudadana Sí se puede”,
celebrada entre los meses de septiembre y noviembre de 2014, se elaborarían los
textos fundacionales del partido y se elegirían los miembros de los órganos de
dirección. La cuestión de la organización interna suscitó un intenso debate y
enfrentó dos propuestas distintas. La propuesta del grupo promotor, “Claro que
Podemos”, formado por el “núcleo intelectual” y defendida por Pablo Iglesias,
representaba una opción relativamente clásica, con una estructura vertical y
pensada para ganar elecciones. La segunda opción, “Sumando Podemos”, presentada
por Pablo Echenique, proponía una estructura que combinase horizontalidad y
eficacia, reforzando el papel de los círculos y con un sistema de portavoces
múltiples. La opción ganadora, con más del 80% de los votos, sería la primera
(pp. 171-183). Una vez resuelta la cuestión de la organización interna, el partido
organiza elecciones primarias territoriales para elegir a sus dirigentes.
Durante ese proceso se abre un interrogante sobre el modo de legitimación de
los representantes políticos. La cuestión no es fácil para un partido que
reivindica que sus dirigentes no son profesionales de la política, pero que al
mismo tiempo reclama la participación de “lo mejor de la sociedad civil”, de
los más competentes y de los mejor formados (pp. 189-194).
Por
último, en lo relativo a lo que considero contenidos valiosos de este trabajo,
Héloïse Nez presenta la aportación que Victor García introdujo en el documento
de propuestas de organización defendido por Pablo Echenique. En él, se
introducía el mecanismo del sorteo para elegir a la mitad de los miembros del
consejo ciudadano (p.183). La propuesta, contenida en el documento
“Profundización democrática”, fue debatida, defendida y rechazada, en la propia
Asamblea ciudadana y fuera de ella. La importancia de este punto creo que
sobrepasa mi interés personal o el del grupo al que pertenezco, para quiénes la
utilización del sorteo en política es objeto de investigación. Incluso aunque
considere que el recurso al sorteo puede ser muy útil para la promoción de
nuevos participantes y limitar la presencia de los mejor dotados en capital
político. Trataré de justificar porqué.
Además
de las muchas aportaciones, las que he tratado de explicar y otras muchas que
animo a que se lean, creo que este libro tiene algunos límites que la presencia
del sorteo revela. Esos límites están contenidos en lo que la propia lógica del
campo político obliga a pensar como posible. Una lógica la impone la propia
dinámica del funcionamiento de ese espacio particular. Otra lógica permanece
implícita en un modelo de investigación que no siempre sobrepasa los límites de
la descripción, lo que al principio de estas páginas llamé “carácter
periodístico”. A mi juicio, pensar en el sorteo como un modo posible de
selección en política, rompe con un modelo binario de pensar y de interpretar
los modelos políticos. Esto último serviría para los militantes, quiénes
descubrirían que elegir entre dos o más opciones supone la existencia de un
orden previo en función de un orden social determinado. De no ser así, ya hemos
visto de qué modo el espacio político produce e impone su propia
representación, su propio orden. En el momento de la fundación de Podemos,
dos modelos de organización se disputaban el control de la organización,
también en la Asamblea ciudadana: una estructura jerarquizada frente a otra
horizontal. Lo mismo ocurría en los grupos de debate en el 15M: la
eficacia en el corto plazo, sacrificando la democracia, frente a la
imposibilidad de cambios profundos si se respetan los mecanismos de
participación.
En
una investigación sociológica como la que aborda este libro, creo que deberían
explicitarse lo máximo posible las propiedades de los agentes que defienden una
u otra posición, así como las distintas posiciones que ocupan en cada uno de
los espacios en los que están presentes, si es que éstos son relevantes para el
análisis. Pienso que solo de ese modo, las estructuras invisibles, pero que no
por eso dejan de funcionar, pueden ser desveladas. De no ser así, las personas
con las que trabajamos, nuestros informantes, se situarán en el lugar que se
sientan más cómodos, más legitimados, y adaptaran sus discursos y la definición
de si mismos, a sus opciones políticas. No se me ocurre otro modo de mantenerse
precavidos ante imposiciones de clasificación, que parecen neutras pero que son
el producto de luchas por ocupar un espacio destacado en un momento
determinado. En este sentido, creo que las entrevistas en las que se apoya la
autora del libro son poco variadas. No se trata de la cantidad, sino de una
excesiva homogeneidad. En total utiliza 24 entrevistas, de las cuáles 13, las
más citadas en el texto, pertenecen a dirigentes nacionales o territoriales del
partido. Las 11 restantes corresponden a militantes de un círculo de Podemos
de una población cercana a Madrid. Todas estas operaciones de descentramiento
con relación al objeto de estudio no modificarán de forma inmediata la
realidad, no harán que las cosas sean de otro modo ni que las personas digan
más que lo que quieren decir, pero al menos nos ayudarán a comprender y
explicar mejor una realidad que ayudamos a construir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario