A través del enlace que se encuentra al final de este texto se puede acceder a la defensa de la tesis doctoral de Jorge Costa Delgado, leída el pasado viernes 16 de junio en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cádiz.
La tesis, titulada "La Generación del 14 y la génesis de la teoría generacional: un estudio de sociología del conocimiento", se inició con una beca asociada al anterior proyecto I+D de este grupo: “Vigilancia de fronteras, colaboración crítica y reconversión: un estudio comparado de la relación de la filosofía con las ciencias sociales en España y Francia (1940-1990)”.
Defensa de la tesis doctoral
Me gustaría comenzar agradeciendo a todos los presentes su asistencia: es un honor para mí que hayáis acudido a la lectura de mi tesis doctoral. Me alegro de que estéis aquí y espero poder transmitiros algo de lo que para mí ha significado este trabajo durante estos seis años. También agradezco a los miembros del tribunal —Gérard Mauger, Francisco Vázquez García y Javier Zamora Bonilla— que se hayan tomado la molestia de leer la tesis y viajar hasta Cádiz para discutirla, algo que tiene mayor mérito todavía considerando la verdadera saturación de lecturas de tesis en estos dos últimos años. Por supuesto, agradezco igualmente su asistencia a José Luis Moreno Pestaña, a quien debo mucho por su apoyo y por su labor de formación y dirección durante todos estos años.
Me gustaría comenzar agradeciendo a todos los presentes su asistencia: es un honor para mí que hayáis acudido a la lectura de mi tesis doctoral. Me alegro de que estéis aquí y espero poder transmitiros algo de lo que para mí ha significado este trabajo durante estos seis años. También agradezco a los miembros del tribunal —Gérard Mauger, Francisco Vázquez García y Javier Zamora Bonilla— que se hayan tomado la molestia de leer la tesis y viajar hasta Cádiz para discutirla, algo que tiene mayor mérito todavía considerando la verdadera saturación de lecturas de tesis en estos dos últimos años. Por supuesto, agradezco igualmente su asistencia a José Luis Moreno Pestaña, a quien debo mucho por su apoyo y por su labor de formación y dirección durante todos estos años.
Sin más preámbulos, doy comienzo a la lectura de esta tesis, que comenzaré con una pequeña exposición en francés, para cumplir con lo exigido por la mención de doctorado europeo.
Alors, je vais commencer par un petit exposé en français, pour respecter les dispositions pour le doctorat européen.
Dans cette thèse doctoral, il y a deux grandes parties. La première est un étude sociologique de la Génération de 1914, tandis que la deuxième aborde la genèse de la théorie des générations d’Ortega y Gasset. Cependant, ma recherche a commencé par la théorie des générations dans l’ensemble de l’oeuvre d’Ortega. À cette question j’ai consacré, dans une première approche, ma Mémoire de Master. C’était en étudiant le rapport entre l’expérience biographique d’Ortega et sa théorie des générations quand j’ai commencé a m’interroger sur cet objet appelé “Génération de 1914”.
En plus des ouvrages d’Ortega et de la bibliographie la plus remarquable sur l’époque, la correspondance d’Ortega a été le premier matériel avec lequel j’ai travaillé. Dans cette correspondance, en dehors des personnages et rapports déjà connus, il y avait des noms et liens que je ne trouvait pas dans les travaux sur le groupe, ce qui m’a amené à mettre en question la façon dont la Génération de 1914 avait été analysée. Les deux principaux problèmes étaient que les chercheurs prêtaient trop d’attention aux personnes les plus connues, consacrées dans leurs respectifs domaines, et, en deuxième lieu, le biais idéologique qui les amenait à projeter une génération proche à son propre imaginaire et à surdimensionner son influence sociale. Pour éviter ces deux problèmes, j’ai décidé réaliser mon étude à partir des signataires des manifestes de deux groupes générationnels —Joven España et la Liga de Educación Política Española—, ce qui me donnait une image plus profonde et différente de l’habituelle. Je crois que c’est un des apports les plus importants de cette thèse.
À mesure que je recueillais des données sur les signataires des manifestes, dans un travail bibliographique et d’archive, je me demandais sur les catégories dans lesquelles j’allais les organiser. Évidemment, la recherche ne partait pas de zéro : les travaux précédents de sociologie de la philosophie menés a Cadix, la théorie des champs sociaux de Pierre Bourdieu ou, plus tard, le travail sur l’histoire des élites de Christophe Charle guidaient les questions initiales. Mais il y avait une question qui forcément devait être centrale dans ma recherche et qui m’obligeait à un travail théorique spécifique : le concept de génération. J’ai développé cette question dans l’Introduction, où j’ai étudie l’utilité de ce concept à partir des réflexions d’Ortega, Mannheim et Mauger, et j’ai proposé moi-même un petit schéma théorique. En fait, j’ai utilisé ce schéma par la suite dans la thèse et, à mon avis, il peut être productif pour d’autres recherches. Il consiste, essentiellement, à intégrer les deux acceptions de “générations sociales”, en laissant de côté les “générations familiales”, qui ont une logique tout à fait différente. Ces deux acceptions sont : les générations comme groupes de sujets où l’âge joue un rôle déterminant et les générations comme “modes de génération”, c’est-à-dire, comme moyens de produire sujets et rapports sociaux dans un grand modèle de reproduction social. À cet effet, je prends les catégories de Mannheim —position, ensemble et unité générationnelle— en modifient légèrement son contenu pour qu’elles permettent de classer les modalités différentes de rapports générationnels dans un même champ social. Tout en assument que dans ce champ on peut identifier un mode de génération hégémonique —en réalité, un rapport hiérarchique entre modes de génération différents qui cohabitent dans un même temps historique— et en assument aussi que la reproduction du dit champ social ne dépend pas de soi-même, mais des rapports conflictuels avec d’autres champs sociaux et d’autres facteurs externes.
Ce schéma a été très pratique pour comprendre la Génération de 1914 comme un groupe social cohesionné et, au même temps, traversé par dynamiques de transformation relatives à deux champs sociaux différents : le politique et l’intellectuel. Dans une conjoncture historique où les élites politiques et intellectuelles partageaient espaces sociaux assez indifférenciés, il a été possible l’apparition d’un groupe composé par sujets qui agissaient dans cette intersection —les uns cherchaient à être politiciens, les autres intellectuels et quelques-uns les deux choses—. L’évolution des deux champs sociaux vers une autonomie croissante, dans une histoire qui dépasse celle du même groupe, a entraîné tensions internes et a révélé l’existence de plusieurs unités générationnelles. Celles-ci traversaient la Génération de 1914 et ont pris position de différentes manières face aux événements qu’elles ont vécu.
(Traducción en español)
Esta tesis tiene dos grandes apartados: el primero es un estudio sociológico de la Generación del 14, mientras que el segundo aborda la génesis de la teoría de las generaciones en Ortega y Gasset. Mi investigación, sin embargo, comenzó por la teoría de las generaciones en el conjunto de la obra de Ortega, cuestión a la que dediqué, en una primera aproximación, mi Trabajo de Fin de Máster. Fue estudiando cómo la experiencia biográfica de Ortega se relacionaba con la teoría de las generaciones, cuando comencé a interrogarme sobre ese objeto denominado “Generación del 14”.
Además de las obras del propio Ortega y de la bibliografía más relevante sobre la época, las cartas escritas y recibidas por Ortega fueron el primer material con el que trabajé. En estas, al margen de las figuras y relaciones ya conocidas, aparecían nombres y vínculos que no encontraba en los trabajos sobre el grupo, lo que me llevó a cuestionar la manera en que se había construido la Generación del 14. Los dos principales problemas que veía eran que los investigadores prestaban demasiada atención a las personas más conocidas, consagradas por sus respectivas disciplinas, y, en segundo lugar, el sesgo ideológico que les llevaba a proyectar una generación afín a su propio imaginario y a sobredimensionar su influencia social. Para sortear estos dos problemas, decidí realizar mi estudio a partir de los firmantes de los manifiestos de dos agrupaciones generacionales —Joven España y la Liga de Educación Política Española— que me daban una imagen más amplia y distinta a la habitual. Creo que esa es una de las aportaciones más importantes de esta tesis.
Conforme fui recogiendo material sobre los firmantes de los manifiestos, en un trabajo bibliográfico y de archivos, tuve que preguntarme por las categorías conceptuales con las que iba a organizarlo. Evidentemente la investigación no partía de la nada: los trabajos previos de sociología de la filosofía realizados aquí en Cádiz, la teoría de los campos de Pierre Bourdieu o, más adelante, el trabajo sobre historia de las élites de Christophe Charle orientaban las preguntas iniciales. Pero había una cuestión que forzosamente debía ser central en mi estudio y que me obligaba a un trabajo teórico específico: el concepto de generación. A esta cuestión dedico la “Introducción”, donde a partir de las reflexiones de Ortega, Mannheim y Mauger, estudio la utilidad de dicho concepto y propongo un esquema teórico de elaboración propia. De este esquema me he servido posteriormente en la tesis y, según entiendo, puede ser productivo para otras investigaciones. Consiste, básicamente, en integrar las dos acepciones de “generaciones sociales”, dejando al margen las “generaciones familiares”, que tienen una lógica totalmente distinta: las generaciones como agrupaciones de sujetos donde la edad juega un papel determinante y las generaciones como “modos de generación”, es decir, como formas de producir sujetos y relaciones sociales dentro de un gran modelo de reproducción social. Para ello, me sirvo de las categorías de Mannheim —posición, conjunto y unidad generacional— modificando ligeramente su contenido para que permitan clasificar las distintas formas de relación generacional dentro de un mismo campo social, asumiendo que este tiene a su vez un modo de generación hegemónico —en realidad, una relación jerárquica entre distintos modos de generación que conviven en un mismo tiempo histórico— y asumiendo también que la reproducción de dicho campo social no depende exclusivamente de sí misma, sino de las relaciones conflictivas con otros campos sociales y con otros factores externos.
Este esquema me ha resultado muy práctico para comprender a la Generación del 14 como un grupo social cohesionado y, al mismo tiempo, atravesado por dinámicas de transformación relativas a dos campos sociales diferentes: el político y el intelectual. En una coyuntura histórica donde las élites políticas e intelectuales compartían espacios sociales relativamente indiferenciados, fue posible que apareciera un grupo compuesto por sujetos que actuaban en esa intersección —unos pretendían ser políticos, otros intelectuales y algunos ambas cosas—. La evolución de los dos campos sociales hacia una creciente autonomía, en una historia que excede a la del propio grupo, generó tensiones internas y reveló la existencia de varias unidades generacionales que atravesaban la Generación del 14 y que se posicionaron de manera diferente ante los acontecimientos que les tocó vivir.
(Fin de la traducción en español)
Tras la “Introducción” los tres primeros capítulos parten del análisis cuantitativo de las propiedades de los firmantes. Para la organización de las categorías socio-profesionales me inspiré en la obra de Christophe Charle, adaptándola al caso español y a mi objeto de estudio; mientras que para la selección de las variables simplemente traté de encontrar los mejores indicadores posibles para objetivar el capital cultural y el compromiso político a partir del material al que podía acceder. Creo que el resultado final es bastante completo y razonado; aunque lamento, por ejemplo, no haber podido investigar documentación específica sobre las rentas de los firmantes para tener una información más precisa de su posición de clase. Esa y otras tareas que menciono en distintos pasajes escapaban a las posibilidades de la tesis y a los recursos con los que contaba para la investigación.
¿Qué conclusiones pueden extraerse de este análisis de base cuantitativa?
En primer lugar, es lo que explico al final del primer capítulo, la trayectoria social de la Generación del 14 se caracterizó por una movilidad ascendente limitada y, sobre todo, por una clara movilidad lateral dentro del espacio social de las élites, desde el polo económico hacia el polo cultural y desde la vida privada a la vida pública. Esto es muy importante para entender el sentido de la intervención generacional, que fundaba su legitimidad social y política en la idea de la competencia, es decir, en el capital cultural; lo que indica una importante transformación generacional en el modo de reclutamiento de las élites de la Restauración. Esa posición era coherente, por lo demás, con un grupo que se caracterizó por ser vanguardista en lo intelectual y más ambiguo en lo político —entendiendo la dinámica del campo político según los parámetros de mi trabajo: a partir de la transición entre el parlamentarismo de notables y la democracia de los partidos de masas—. Esta apuesta por el capital cultural fue asociada a la importancia del Estado para la generación, ya que este sostuvo en buena parte de los casos esa producción intelectual: existe una clara homología entre el racionalismo y la especialización que la Generación del 14 defendía en el campo intelectual y las demandas de racionalización de la Administración Pública española. De hecho, el vínculo con el Estado es un dato mucho más significativo que la supuesta alianza de la Generación del 14 con la burguesía industrial progresista, tantas veces destacada y, sin embargo, mucho más difusa en la práctica que en el discurso. Por último, la residencia en Madrid en el momento de la firma de los manifiestos o, en su defecto, la existencia de lazos previos con la capital del reino, aparecen como una de las condiciones con mayor peso para formar parte de la agrupación generacional, síntoma del centralismo de la vida intelectual y política española.
En segundo lugar, a partir de los datos de ocupación de cargos públicos y la evolución de la militancia, considero probado que existió un efecto generacional en la trayectoria política de los sujetos implicados. Esto significa que la constitución de la Generación del 14 como grupo contribuyó a la promoción política de sus integrantes, aunque no de una manera sostenida, sino con dos picos coincidentes con momentos de apertura del espacio político: la crisis subsiguiente a la Semana Trágica y la proclamación de la II República. El proceso de movilización política generacional que acompañó al primero de estos hitos se caracterizó por la centralidad del significante “juventud” en el discurso, que oscurecía las importantes divisiones sociales internas a la propia unidad generacional y la distancia con respecto a las fuerzas políticas con las que pretendía aliarse. Cabe destacar especialmente los conflictos entre intelectuales burgueses y obreros, que constituyeron una alianza coyuntural muy precaria, sobre todo en torno a la agrupación Joven España, con escasos vínculos, espacios de sociabilidad diferentes y frecuentes malentendidos.
Por último —en lo que al análisis estadístico se refiere—, he tratado de explicar, mediante el caso específico de la Filosofía, por qué la transformación que se produjo en el campo intelectual debe definirse como un cambio en el modo de generación y no como una simple sucesión generacional. Este cambio se caracterizó por una mayor autonomía respecto de la política y un mayor grado de especialización de la práctica intelectual. Si bien este proceso supera ampliamente a la Generación del 14, esta fue, sin duda, un importante agente del mismo. Por otra parte, la modificación del campo intelectual, que suponía el éxito del proyecto intelectual colectivo de la generación, paradójicamente limitó las posibilidades de estos intelectuales de convertirse en notables políticos: el capital cultural cotizaba, cada vez más, en un mercado diferente.
El análisis cualitativo, desarrollado en el cuarto capítulo, consiste en el estudio y comparación de trayectorias que permiten profundizar en elementos clave de la generación. Consta de tres apartados. El primero está dedicado al núcleo generacional, a través de las figuras de Araquistáin, Azaña, Maeztu y Ortega. En él muestro con detalle tres cuestiones fundamentales apuntadas en el estudio estadístico:
- Que hay una correlación entre las formas de acumulación de capital cultural, la trayectoria política y la distribución de capitales —económico, social y cultural— en el origen social. A menor presencia de capitales en el origen social corresponde una inserción más tardía y periférica en los campos intelectual y político; aunque esto pudiera suponer, más adelante, una ventaja relativa en un contexto de transformación de los mismos.
- Que existe una división técnica y social del trabajo interna a la generación, asumida por todos —aunque no sin tensiones—, que sitúa al polo más puro del capital cultural por encima del polo más instrumental o político del mismo. Esto debe entenderse como una expresión del creciente impulso hacía la autonomía del campo intelectual. Dentro de la unidad generacional, la jerarquía se expresaba simbólicamente mediante la oposición entre universitarios y periodistas; mientras que hacia el exterior de la misma, se expresaba mediante la oposición entre intelectuales —por un lado— y políticos, abogados y retóricos —por otro—.
- Que la distancia que permite la profesión de cada sujeto respecto de la rentabilidad económica de su producción intelectual tiene notables efectos sobre su trayectoria intelectual y política.
El segundo apartado del análisis cualitativo se ocupa de las barreras y mecanismos de exclusión de la unidad generacional, estudiando dos trayectorias muy improbables dadas las características del grupo. Me refiero a las de Tomás Álvarez Angulo —obrero madrileño— y Francisco Núñez Moreno —hijo de un cacique de un pequeño pueblo andaluz—. Creo que esta es una de las aportaciones más originales de la tesis, ya que estudia, a través de posiciones marginales poco trabajadas por la historiografía, cómo operaban en la práctica las condiciones de acceso al núcleo generacional y a las élites en general. Básicamente, en el relato muestro cómo los tempranos problemas en la acumulación de capital cultural, propios del origen social de estos sujetos, fueron superados gracias al apoyo de fuertes instituciones —PSOE, Iglesia y familia— y a la existencia de vínculos con la élite cultural madrileña. Para comprender cómo se establecen estos últimos es fundamental atender al capital erótico, y con ello me refiero al cuidado de la apariencia física, cuyo aprendizaje informal solo puede producirse mediante el contacto directo con el centro del que emana la norma estética, que es, precisamente, esa misma élite cultural madrileña; la que define el buen gusto. Esta es una barrera de acceso a la élite cultural de primer orden, que nunca he visto mencionada como tal en los estudios de historia intelectual.
La tercera parte del análisis de trayectorias la dedico a estudiar la alianza fallida entre la Generación del 14 y la burguesía industrial progresista de la época. La figura de Nicolás Urgoiti presentaba un perfil muy favorable para hacer de puente entre ambos grupos: era el prototipo de cuadro técnico que había ascendido, gracias a su competencia, en una gran sociedad anónima —La Papelera Española—, especialmente relacionada además, por su propia actividad productiva, con el campo intelectual. La trayectoria de Urgoiti muestra las dificultades para compatibilizar una apuesta vital sostenida en el campo económico y en el campo intelectual. De manera muy resumida, la Generación del 14 entendía que su proyecto político pasaba por acabar con el sistema de la Restauración, lo que le llevaba a apoyarse en republicanos y socialistas; pero el accionariado mayoritario de las grandes empresas consideraba que esos compañeros de viaje entrañaban más riesgos que los obstáculos que el sistema de la Restauración pudiera oponer a su actividad productiva. La empresa editorial liderada por Urgoiti y Ortega fue posible mientras pudo mantenerse en un rechazo abstracto a la Restauración, con una autonomía fundada en la negativa a implicarse en el juego político concreto. La Dictadura de Primo de Rivera favoreció paradójicamente esta posición; pero la crisis política que acabó desembocando en la II República obligó, cada vez más, a un compromiso político concreto en la oposición al régimen. Así, se rompió esa autonomía precaria y se desencadenó el conflicto latente entre los accionistas de la empresa que financió económicamente el proyecto editorial y los intelectuales que lo llevaron a cabo.
El segundo gran apartado de la tesis lo dedico en exclusiva al estudio de la génesis de la teoría de las generaciones de Ortega y Gasset. El objetivo consistía en situar el origen de esta producción cultural en los distintos ámbitos donde cobraba sentido, para así tratar de comprender las potencialidades y limitaciones desde las que fue creada. Todo ello parte de la premisa de que la filosofía no debe explicarse únicamente desde una lógica autorreferente, es decir, exclusivamente a partir de la influencia y comparación con los autores consagrados por la tradición. Por tanto, he tratado de relacionar la experiencia generacional de Ortega, explorada en los capítulos anteriores para el conjunto de la Generación del 14, con el origen de algunos de los elementos más importantes de su teoría de las generaciones, que comienzan a fraguarse en su juventud. Me detendré ahora solamente en los puntos que considero más relevantes.
El elitismo de Ortega, fundamental en su representación del mundo, es una variante específica del principio de distinción que permea todo el pensamiento político moderno. En su caso, el elitismo se declina en una variante cultural, que demanda reconocimiento social y político para este tipo de capital, esencial en el proyecto generacional. Ortega propone una división generacional del trabajo entre élites —compuestas por políticos e intelectuales— y masas, lo que refleja la tensión entre el campo intelectual y el campo político, interna y externa a la unidad generacional. Esta propuesta iba acompañada de juicios de valor que fueron variando conforme a la propia percepción que tenía Ortega de la coyuntura política. Lo que perdura a lo largo de toda su trayectoria es lo que considero una apuesta generacional fundamental: la búsqueda de un espacio político que promocionara el capital cultural. Mi posición es que Ortega tendió a considerar que este espacio se encontraba en un parlamentarismo de notables, eso sí, notables cultos, y que ese objetivo guió sus intervenciones políticas, apoyándose en distintas fuerzas.
La influencia de la formación alemana fue fundamental para definir el modelo de intelectual que defendía Ortega. En ello, el contraste España-Alemania jugó un papel discursivo muy importante. La oposición entre Cultura y Civilización, característica del ambiente intelectual alemán, le sirvió a Ortega no solo a nivel de fundamentación teórica, sino también como elemento de distinción generacional: la oposición entre la Cultura alemana y la Civilización francesa le permitía diferenciarse de generaciones intelectuales anteriores, donde predominaba la influencia francesa. Pero conviene insistir en que la oposición generacional es previa: se encontraba ya en los primeros artículos del joven Ortega, en una vertiente entonces casticista. Por lo demás, pese a las similitudes estructurales entre la posición de Ortega y la de los mandarines alemanes, la realidad social a la que adaptó Ortega su pensamiento era muy diferente: el filósofo madrileño necesitaba apoyarse en la oposición a la Restauración para fortalecer las demandas de los intelectuales disconformes y la renovación de la universidad, lo que le llevó a defender una política más progresista incluso que el ala “modernista” de los mandarines alemanes. En este sentido, la Generación del 14 fue una excepción a la norma europea descrita por Robert Wohl: racionalista, liberal, vinculada al Estado y universitaria, frente a las generaciones de literatos reaccionarios que surgieron en los principales países europeos al calor de la Gran Guerra.
Por último, en un breve apartado final, explico cómo el origen y la posición social organizaban simbólicamente las relaciones en el campo intelectual. Las oposiciones centro/periferia, urbano/rural e intelectual/burgués se entrecruzan para situar a la Generación del 14 como una unidad generacional de intelectuales urbanos frente a campesinos y señoritos. De esta manera, por ejemplo, el rechazo a la Iglesia y a la escolástica era doble: la crítica en plano teórico iba acompañada de un desprecio clasista que se manifiesta con dureza en varios pasajes citados de la obra de Ortega. De igual modo cabe interpretar la metáfora del señorito satisfecho, que resumía una distancia social muy presente en la propia experiencia generacional del grupo. Este tenía entre sus características más notables la inversión del capital económico presente en su origen social en capital cultural. Así, con la figura del “señorito satisfecho” se denunciaba el capital económico ilegítimo, que no estaba “a la altura de los tiempos” por no ir acompañado de capital cultural.
La tesis termina con un resumen de los esbozos de sistematización de la teoría generacional que Ortega publicó al final de este período, coincidiendo precisamente con hitos significativos del proyecto generacional, según lo vivió el filósofo: la publicación de las revistas Faro y Europa y la presentación pública de la Liga de Educación Política con la conferencia “Vieja y nueva política”. No me detendré en ello para no agotar el tiempo de esta exposición.
Sí me gustaría terminar destacando algunas de las vías que abre esta tesis para posibles desarrollos futuros, de los que yo no me he podido ocupar.
En primer lugar, considero que mi propuesta teórica sobre el uso del concepto de generación puede ser de gran utilidad para otros trabajos, más allá de la sociología del conocimiento o la historia intelectual.
En segundo lugar, el análisis estadístico de las variables podría extenderse a la evolución de las relaciones intra-generacionales, que yo he explorado fundamentalmente mediante el análisis de trayectorias. Sería interesante, por ejemplo, estudiar no solamente la evolución de las categorías socio-profesionales a lo largo de la trayectoria social de la generación, sino los movimientos internos entre las mismas, algo que he analizado puntualmente, pero no de manera sistemática. Igualmente, el material de la investigación permite la comparación con otros grupos sociales, otras unidades generacionales (por ejemplo, intelectuales vinculados a la Iglesia) o con otras épocas (por ejemplo, generaciones de intelectuales y políticos posteriores). Este es un trabajo que no tenía cabida en la tesis, pero que queda abierto para otros investigadores.
Creo que mi investigación supone también una aportación relevante para la prosopografía de las élites españolas de la Restauración, que se ha centrado sobre todo en las élites económicas y políticas. Mi enfoque sobre un grupo cuya apuesta fundamental es el capital cultural viene a cubrir un hueco poco trabajado desde esta perspectiva. Sin duda sería interesante completarlo con un estudio sistemático de las rentas y propiedades de los firmantes, que aportara más información sobre la relación entre el capital económico y el capital cultural, o entre la clase social y la producción intelectual.
Desde el punto de vista de la Historia o la Sociología de la juventud este trabajo estudia un momento de la Historia de España en que los conceptos de “juventud” y “generación” comienzan a tener un importante peso político y presencia en el debate intelectual. Y lo hace a través de un grupo que apostó fuertemente por ambos, por lo que quizás pueda interesar a los especialistas en el tema.
Por último, para los especialistas en la obra de Ortega y Gasset, me parece que el concepto de “generación” es un referente privilegiado para estudiar la relación entre la experiencia biográfica del filósofo y su producción intelectual. Es un concepto que tiene una importante presencia en la teoría de Ortega y, al mismo tiempo, una gran carga política, ética y personal. Me gustaría continuar este trabajo abordando la teoría de las generaciones en su madurez; pero si yo no pudiera hacerlo, creo que sería un excelente camino para continuar con el programa de investigación sobre sociología de la filosofía que hemos iniciado en Cádiz.
Muchas gracias por su atención. Quedo a disposición del Tribunal para las preguntas que tenga a bien hacerme.
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