Se produjo en Facebook un interesante debate sobre este texto entre Álvaro Castro y Alejandro Estrella con fugaz participación mía. Con el permiso de los implicados se sube aquí:
Alejandro Estrella Y si no me equivoco lo que planteas implica un ejercicio comparativo de contextos y usos del lenguaje. Ejercicio que puede quedar implícito o bien "hablar de él" y hacerlo de manera controlada.
Pepe Moreno claro, la filosofía se hace escribiendo y escribir se hace de muchas maneras. El estilo y sus variedades es una forma de definición del rol de filósofo, y de las que más varía
Alejandro Estrella No sé si te entiendo. Me refería al hecho de que una sociología de la filosofía preocupada por la producción y consumo de bienes filosóficos supone de alguna manera un ejercicio comparativo -entre mi contexto de analista y el contexto del productor/ entre el contexto del productor y el de recepción/ entre el concepto de recepción y el del analista / o entre los tres. Creo que esto está de algún modo presente en tu respuesta a Bolado.
Pepe Moreno así es, es eso
Alvaro Castro Totalmente de acuerdo con tu respuesta Pepe. La sociología de la filosofía sirve además, como tú mismo sugieres, para evitar un pecado que los buenos historiadores hace tiempo que han aprendido a evitar: el presentismo, es decir, trasladar al presente ideas o soluciones a problemas que tenían su propia coyuntura o contexto. Es una de las formas de abuso de la historia más presentes, y en filosofía estamos demasiado acostumbrado a hacer volar conceptos o teorías por encima de sus épocas -hacerlos saltar sobre su propia sombra- para ubicarlos en nuestro presente. No es otra cosa de la que pienso que advertía Ortega con su concepción del escolasticismo. De la historia solamente se aprende bien si también se la conoce bien, y a eso ayuda la sociología de los intelectuales en el caso que nos ocupa. Como ya dije creo que buena parte de la crítica parte de la confusión de la sociología con la historia de la filosofía, cuando para mí sería una perspectiva necesaria, aunque no suficiente, para la misma. En última instancia, remite a algo sobre lo que tú sabes mucho: la vigilancia de fronteras.
Alejandro Estrella Álvaro, ya que te refieres a los buenos historiadores y al problema del presentismo, apelo a Marc Bloch y su método regresivo. Tomemos el objeto del presente que queramos analizar y vayamos hacia atrás hasta que pierda la proximidad que guarda con nosotros. Hasta que se vuelva, por así decirlo, un extraño. Creo que esto se podría utilizar en la filosofía para comprender diferentes usos de una idea que, como también decía Marc Bloch, cambia a lo largo de la historia su sentido pero no el nombre que lo designa.
Alvaro Castro Claro, la buena filosofía también nos ha enseñado eso, que las ideas tienen historia, en tanto que se deben a contextos determinados -que se pueden conocer con mayor o menor objetividad, pero que desde luego, si no los extrañamos y los vemos con distancia no se puede hacer-, y sobre todo, tienen historia los usos que se hacen de las mismas. Es precisamente en ese punto, de los usos, de los errores y aciertos de su puesta en práctica, desde donde la historia nos puede enseñar a traer al presente, precisamente, una serie de ideas. Para mí, que me parece muy interesante lo de Bloch, también es fundamental la perspectiva de la historia de la vida cotidiana -¿no lo fué para Thompson?- y descender al nivel de la microhistoria para comprender mejor a un filósofo o una tradición. Y a eso ayuda mucho, como caja de herramientas, la sociología de la filosofía. Por eso la valoro positivamente.
Alejandro Estrella Puestos a "codear" la historiografía con la historia de la filosofía, algo sobre la microhistoria. La microhistoria implica tres cosas. Disminución de la escala de análisis. Dos, el estudio de caso como anormal significativo. Es decir, un caso raro que sin embargo sirve para comprender la norma. Tres, el análisis intensivo de las fuentes siguiendo una técnica de investigación indiciaria (que es, según Ginzburg, un paradigma esencial en las ciencias sociales). Se me ocurre, por ejemplo, tres tipos de aplicaciones. Podríamos tomar como caso 1) un concepto menor de un autor, para intentar ver cuáles y como se produjeron las disposiciones que movían su voluntad de sistema 2) una polémica que pasó sin pena ni gloria entre los contemporáneos con el fin de comprender la jerarquía de objetos en un determinado contexto filosófico 3) una trayectoria prometedora pero fracasada con el fin de entender cuales eran las posibles vías de consagración (sobre esto algo ha hecho Pepe). Como ves no se trata de un amor a lo raro que vende mucho pero explica poco. Se trata de invertir la jerarquía noble-plebeyo con el fin de lograr observar a través del detalle la relación entre norma-excepción. No sé hasta qué punto las fuentes permitirían esto. Creo que en Alemania algo se ha hecho en esta línea con el tema de las constelaciones de filósofos; aunque claro no creo que reivindiquen explícitamente a la microhistoria italiana.
Alvaro Castro Tomo nota de tu propuesta porque ayuda y en cierta forma me reconozco en ella con ciertas cosas que he escrito, por ejemplo, sobre espirituales en el siglo XVI, y lo que dices no está muy lejos de lo que ahora estoy haciendo al estudiar a José Pemartín. Solamente alguna cosa: microhistoria -si aceptamos que arranca con Ginzburg- e historia de la vida cotidiana -que sobre todo, se formaliza en Alemania en los años 80- conectan en muchas ocasiones (por ejemplo, buscad trabajos de Oscar Barreiro sobre la guerra civil en Almería), y hoy día algunos historiadores tienen serios debates epistemológicos sobre el modo en el que desarrollar investigaciones bajo esa perspectiva, y creo que desde la filosofía podemos aportarles algo al respecto. Por otro, está claro el problema de las fuentes. Cuando Bolado hablaba en la crítica a la sociología de la filosofía de su dependencia respecto al trabajo histórico creo que le faltaba precisar esto: la frontera entre sociología e historia de la filosofía no está clara porque ambas se cruzan y confunde, más bien, ambas son dependientes de las fuentes, y en el caso de filósofos plebeyos -convertidos en plebeyos algunos de ellos por la historia de la filosofía posterior porque en su tiempo no tuvieron porqué serlo, podemos acordarnos de Demócrito- estas es cierto que son muy complicadas de encontrar.
Muy interesante, esto hay que cultivarlo más, aunque es verdad que yo no estoy en Facebook porque bastante enganchado estoy ya al e-mail. Un abrazo a los tres. Paco
ResponderEliminarAgradable conversación en Facebook e interesante. Un saludo desde sociologosplebeyos.com
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