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domingo, 28 de octubre de 2012

Marxismo y Estado de Antonio García Santesmases. Un libro antiguo para un debate actual

Antonio García Santesmases: Marxismo y Estado. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales 1986. ISBN: 84-259-0738-1. 308 pp.
Juan Gustavo Núñez Olguín (Universidad de Cádiz)      juan.nunez@uca.es


  
Entre las lecturas y búsqueda bibliográfica para los contenidos de mi tesis —que lleva por título: “El campo intelectual ante el acontecimiento histórico: la vía chilena al socialismo y la izquierda intelectual española de la transición”— me encontré, por recomendación de mi gran amigo Jorge Costa, con Marxismo y Estado de Antonio García-Santesmases. Aunque es un libro antiguo, presentado en primera instancia como tesis doctoral y publicado en 1986, bien vale la pena volver sobre él. Expondré las razones que motivan esta afirmación al final de esta reseña. Primero, revisemos muy brevemente los aspectos centrales del texto.
La reflexión teórica del libro que traemos a colación se orienta, como su título indica, en torno a la noción marxista del Estado. Marx, que llevó a cabo un estudio sistemático de las complejas relaciones entre las formas de dominación económicas, sociales y políticas, dejando una coherente teoría sobre el modo de producción capitalista, dejó también un vacío teórico sobre las estructuras del Estado y de la estrategia socialista revolucionaria. Al abrigo de los acontecimientos históricos y los contextos nacionales devenidos después de la muerte de Marx, fueron construyéndose las dos teorías antagónicas que intentarán en adelante llenar este vacío: la teoría leninista y la teoría socialdemócrata. Santesmases coincide con Perry Anderson en señalar que los comienzos de una ciencia marxista de la práctica política se inscriben en la obra de Lenin, pero agrega además a este comienzo los escritos de Bernstein, pues este primer revisionismo de la obra de Marx será piedra angular de elaboraciones teóricas posteriores.
El marxismo occidental, que emergió del fracaso de la revolución proletaria en occidente y del aislamiento de la revolución bolchevique, evidenció hasta fines de los años sesenta un alejamiento de la elaboración teórica con la práctica política —preocupación por cuestiones epistemológicas, búsqueda de un linaje fundacional en la teoría marxista (Hegel o Kant, Spinoza o Rousseau), reclusión de los teóricos en las universidades—, generando un lenguaje de difícil acceso para la clase trabajadora, cuestión que dificulta su participación en la discusión y la elaboración política. No quiero decir con esto que la dimensión teórica no sea relevante, claro que lo es, y de ella nacerán importantes innovaciones, pero conllevará un alejamiento de los temas que habían preocupado al marxismo clásico —leyes del capitalismo y de las economías imperialistas, desarrollo del Estado burgués, maquinaria política de los sistemas estatales occidentales, estrategia política en la lucha de clases—. Este será, en mi opinión, uno de los grandes aciertos de Santesmases al orientar su trabajo hacia una teoría marxista del Estado: poner al Estado en el centro del debate.
Si bien esta preocupación por cuestiones teóricas y de método, en detrimento de los temas económicos y políticos, será una característica del marxismo occidental, a partir de fines de la década de 1960 esta situación comienza a cambiar y se vuelve a retomar el debate en torno al Estado. De esta recuperación de la temática estatal en el marxismo contemporáneo también se ocupará Antonio García Santesmases, destacando las corrientes fundamentales que buscaron reconciliar el lenguaje teórico con la práctica política, a partir de la cual reaparece el análisis de las estructuras del aparato estatal. Entre estas corrientes, Santesmases no se olvidará de incluir la tradición que arranca a partir del pensamiento de León Trotski. Tradición perseguida e injuriada, pero que constituye para el autor “uno de los intentos más serios de romper el abismo entre teoría y praxis en el seno del marxismo clásico”.
Sobre estas premisas, analizadas todas ellas en profundidad, Santesmases estructura en cinco capítulos un discurso coherente y claro. El primero de ellos, se centra en el vacío dejado por Marx y se plantea la siguiente pregunta: ¿existe una teoría marxista del Estado? Una primera distinción, elemental pero importante, es entre la teoría marxiana y las elaboraciones marxistas posteriores, pues el marxismo no es única y básicamente el trabajo de Carlos Marx. A partir de esta obviedad, Santesmases establece un diálogo con destacados marxiólogos y se decanta por la tesis que adelantamos al principio: en el pensamiento de Marx la atención dedicada al Estado es fragmentaria y basada en principios lacónicos. Esta afirmación será para algunos una muestra del genial olfato de Marx, y para muchos otros, verdadero talón de Aquiles del pensamiento marxista.
Los capítulos segundo y tercero están dedicados a las teorías antagónicas surgidas para suplir esa carencia o vacío en el pensamiento marxiano. Para el leninismo será la dictadura del proletariado el concepto central de una teoría marxista del Estado, mientras que socialdemócratas verán en Marx a un defensor de la república democrática, el indicador de una vía gradual, legal y parlamentaria al socialismo. Marx como precursor del leninismo o Marx como precursor del socialismo democrático. Siempre en diálogo con los especialistas, se analizan de manera sucinta pero contundente el pensamiento y práctica política del leninismo y su degeneración en un régimen autoritario, y las premisas socialdemócratas clásicas y actuales —para la fecha de publicación del libro—, mostrando las limitaciones del reformismo, del eurocomunismo y del socialismo parlamentario.  
En los capítulos cuarto y quinto, Santesmases dedicará la atención a las alternativas surgidas desde los últimos años sesenta como respuesta a un marxismo en crisis, que debe volver a plantearse el problema del avance hacia el socialismo en sociedades capitalistas avanzadas y del paradigma revolucionario en sociedades que no cumplen las condiciones que profetizaron los clásicos. Para esto, el autor escoge, según criterios que se explicitan, a cuatro interlocutores: Ernest Mandel —continuador de la tradición leninista-trotskista—, Norberto Bobbio —heredero de la socialdemocracia clásica y del pensamiento de Bernstein—, Ralph Miliband y Nicos Poulantzas —como exponentes de elaboraciones que pretendieron superar el dilema de la construcción de una tercera vía alternativa—. En este análisis de las nuevas propuestas marxistas en torno al Estado, no se dejarán de lado los contextos y acontecimientos históricos que incentivaban y le daban consistencia al debate —el mayo francés, la primavera de Praga, el aplastamiento de la vía chilena al socialismo, la vuelta a los aparatos de Estado del eurocomunismo, el compromiso histórico italiano, entre otros—, otorgando al discurso, sin pretenderlo, una interesante dimensión histórica de los procesos sociales en relación a las elaboraciones teórico-políticas.  
Finalmente Antonio García Santesmases expondrá sus conclusiones. El lector atento al discurso del autor, no solo de este último apartado de conclusión, podrá darse cuenta que sus afectos se inscriben en un reformismo fuerte, capaz de resistir cuando el capitalismo reaccione violentamente, un socialismo —en cualquier caso— realista, democrático, que no pierda de vista el horizonte de la superación del capitalismo, cuestión que dará sentido a la idea de la reforma. Podrá estarse de acuerdo o no con la postura del autor, o las conclusiones a las que llega y que no detallaré. Solo diré que los argumentos a los que apela son en verdad contundentes y la información que se entrega valiosísima. 
Termino esta breve reseña recomendando enérgicamente este libro. El debate en torno al socialismo democrático como un bien simbólico-político en disputa por la izquierda intelectual española de los años setenta es un aspecto central de mi investigación, pero no es solo por motivos de interés personal que insisto en la recomendación. Pienso que Marxismo y Estado constituye un gran aporte desde dos perspectivas: una pedagógica y otra política. 
La primera de estas perspectivas, la pedagógica, porque, además de valioso instrumento de formación política, el libro constituye un claro ejemplo de cómo se estructura un buen trabajo de investigación y de como debiera utilizarse el lenguaje, con seriedad académica, pero de forma clara, concisa, sin pirotecnias ni divagaciones de ningún tipo. Este es, en mi opinión, un texto con un profundo sentido pedagógico en el discurso.
 El segundo aspecto que quisiera subrayar, desde una perspectiva política, tiene que ver con el tiempo histórico en que nos encontramos, a treinta años de aparecidos los análisis del libro. A partir del fracaso de las distintas estrategias leninistas y socialdemócratas, eurocomunistas y socialistas, y ante una nueva crisis del capitalismo que ha encontrado a las izquierdas europeas fragmentadas y sin capacidad de reacción ante el sometimiento dramático del poder político por el poder económico, cabe preguntarse: ¿es posible construir alternativas? Pienso que sí. Revisando lo que ha fracasado, los errores, planteando alternativas que incluyan a una amplia base social, buscando consensos mínimos que permitan avanzar, volver al análisis serio de las estructuras de la maquinaria estatal y las posibilidades de modificarlas. Es este sentido, Marxismo y Estado, aunque libro antiguo, constituye una útil herramienta para un debate actual.
El problema: aunque es posible encontrarlo para consulta en varias bibliotecas universitarias, debido a su antigüedad, no es un libro fácil de encontrar para su compra. Sin embargo, y seguramente debido al contexto actual, he podido observar en librerías una oleada de reediciones y reimpresiones de varios clásicos del pensamiento crítico (Marx, Engels, Lenin, Trotski, E.P. Thompson, P. Anderson, entre otros), no estaría mal que se hiciera lo mismo con textos de autores españoles. Marxismo y Estado de Antonio García Santesmases de los primeros.

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