Sobre
el prólogo general de la Historia de la literatura española, dirigida
por José Carlos Mainer (2010-). (I)
Bajo
las cubiertas de muchos manuales universitarios palpitan necesidades
institucionales, mercantiles y estrategias consagración. J. C. Mainer es un hispanista de
prestigio que copa, merecidamente, el espacio de atención, incluso a través de
artículos en El País sobre su obra.
La
obra que reseñamos es presentada como una síntesis que concluirá "al
comienzo del segundo decenio del siglo XXI". Intenta aprovechar la cosecha
filológica de los últimos 30 años y contiene dos volúmenes de importante carga
teórica dedicados al "lugar de la literatura" (y española) y a las
"Historia de las ideas literarias" (y en España). Ha habido
modificaciones de paradigmas de estudio y muchos logros y preguntas planteadas,
desde la estética de la recepción a la impregnación política de los estudios
(etc.), de modo que la presente historia - se nos dice - no quiere tanto
contribuir a aclarar algo el borroso cuadro del estado de las cuestiones sino a
transmitir la riqueza de tan abigarrado paisaje.
Explica
el autor en el prólogo general las implicaciones y complicaciones de la
expresión "historia de la literatura española". Cada una de estas
palabras (historia, literatura, española) provoca reflexiones, dudas, reproches
y encogimiento de hombros: sin embargo, al fin y al cabo no hay otra cosa, así
que se deja tal cual…
Sin
embargo, deja claro en añadido que los filólogos ya se habían dado cuenta hace
tiempo, de que “los textos literarios son de naturaleza hojaldrada, finos
estratos de significado entre los que circula el aire del tiempo y las huellas
de textos precedentes que condicionaron su nacimiento” (p. ix); la evocadora y
literaria imagen (que me recuerda a Proust y a los hojaldres de la pastelería
de mi infancia en un pueblo de Jaén), coloca a los filólogos en su sitio al
mismo tiempo que reactualiza las capas de la cebolla desconstructiva pero de
forma más castiza (el hojaldre). En vez de arqueología, se trata de cocina. Este
es el lenguaje y el tono literario del prólogo general que se presenta como una
empresa cargada de sentido y ambiciones, como se verá.
Se
aceptan las aportaciones de la teoría literaria, incluyendo la sociología
Bourdieu ("interesante"), aunque la utilización de la noción de campo
literario es bastante flexible (habrá que ver cómo se pone en funcionamiento en
la obra); se reconoce asimismo a los Cultural
Studies.
Los
puntos centrales de la propuesta son los siguientes: pluriformidad metodológica
y de concepción de la literatura, eclecticismo y preservación de "lo
literario", de los textos y de sus autores, articulación de la literatura
con el exterior del campo, incorporación de las literaturas menores de
productos artísticos que la influyen pero que no son canónicos; el Canon no se
pone en duda aunque se reconozca que haberlos hay que han dudado de Él.
La
sensación es que se plantea la defensa de las constantes de lo literario-en-sí,
con una serie de añadidos y cortezas de tipo histórico y sociológico para darle
un barniz moderno a la vieja cuestión: La naturaleza humana existe y la
literatura es eterna.
La
magna obra no carece de ambiciones. En una serie de párrafos muy bien escritos,
se despliega creencia en la continuidad
y herencia de Menéndez Pelayo y Ramón Menéndez Pidal. Nada más y nada menos.
Modernidad y Tradición. Lo viejo y lo nuevo. Antiguos y modernos. Tutti frutti.
El
prólogo es bastante aséptico, cauteloso. Al inicio parece que se nos dice que es
una obra para todos, no sólo para los especialistas, como se reconoce al
inicio. El público no es sólo universitario y por tanto el texto tampoco puede
serlo. ¿Qué razones encontramos para esta propuesta for all seasons? Quizás que, en efecto, las necesidades
institucionales fuerzan a escribir para todos y que esto es muy difícil de
hacer, si se quiere presentar una obra digna del mercado y de la pervivencia en
los tiempos que corren (y tan rápido: todo lo sólido se desvanece en el aire). No
existen sólo necesidades institucionales, sino de mercado, o las dos se
confunden, o hay una estrategia editorial de fondo en la que priman las listas
de ventas. Al César lo que es del César. Criticar el plegamiento al mercado no
es llamarlos herejes: es loable poner a disposición del público saberes
enclaustrados en los laberintos, a menudo ilegibles, de la bibliografía
especializada. Si el carácter de la obra es divulgativo, tampoco es que haya
que darle muchas vueltas al asunto. Pero esta obra quiere y no quiere ser
divulgativa. Lo más probable, sin embargo, es que la actitud de fondo (no sólo
la estrategia editorial) corresponda a un estado de la cuestión en cuestiones
de hispanismo literario.
La realidad es que, en lo que concierne a los
estudios de literatura, hoy todo vale: lo único que cuenta es publicar, y
cuanto más, mejor. Da igual que se sea de la estilística, filólogo tradicional,
feminista, psicoanalítico, marxista, postcolonial (o algún otro
"post"), positivista, etc., etc., etc. La virtud de esta obra, por
tanto, es el saber acumulado. Sus autores poseen una consagración merecida y seguro
esta obra es un manantial de saber, de ideas, de caminos y senderos que se
bifurcan. Siguiendo con la metáfora borgiana, puede decirse que la obra es una
Babel. Según se deja claro, los últimos 40 años constituyen una edad de oro del
ensayo, y este "ensayismo", será la tónica dominante de la (incluso
reduciendo citas eruditas y notas, para no cansar al lector). Quien esto
escribe no tiene nada en contra del ensayo, como género literario. Pero la
elección de la palabra del estilo es desafortunada, sintomática. Porque se trata
de una Babel relativa: “lo literario”, desde los orígenes hasta hoy, nunca es
puesto en duda.
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