Muestra
Bourdieu nos explica que la muestra recoge a los profesores titulares de las distintas instituciones de enseñanza superior parisinas, justificando dicha elección por la centralización y jerarquización de la universidad francesa. Sin embargo, corrige el reduccionismo de este primer criterio (profesores titulares) incluyendo a otros candidatos en función de la posesión de al menos dos requisitos de una lista de propiedades que se consideran relevantes.
Por tanto, la muestra excluye a “intelectuales “libres” o extrauniversitarios” como Lacan y también a otros agentes que se encuentran en momentos distintos (inferiores) de las trayectorias descritas, aunque se estudia la incidencia de estos agentes mediante distintos indicadores (dirección de tesis, incremento de alumnos, etc.) o extrapolando el estado actual de dichas posiciones a partir de las trayectorias de los actuales profesores titulares. De esto última opción, sin embargo, se deduce que el análisis de estas posiciones, al menos en parte, remite a estados del campo anteriores al año de referencia, es decir, a un momento en que los profesores titulares que incluye la muestra no lo eran aún. Y esto es importante tenerlo en cuenta si se considera que, en el momento estudiado, la universidad francesa está sufriendo profundas transformaciones.
También excluye las particularidades de algunas instituciones como la EPHE, que al situarse en el escalón más bajo no incluye a algunos de sus miembros que figuran como representantes de otras instituciones, diluyéndose su identidad en los análisis; aunque Bourdieu trata de compensar esto en la descripción de algunas de las dinámicas observadas.
Observaciones respecto a la selección de la muestra
1. Como comenta Bourdieu en el segundo capítulo, la dialéctica entre distanciamiento y adhesión es fundamental:
a. Sin tener una familiaridad suficiente con el objeto a estudiar y con el sentido práctico de los agentes que se mueven en el campo, en distintas posiciones (esto es importante: en los Agradecimientos, Bourdieu destaca la labor de corrección, más amplia de lo habitual, y la incorporación de correcciones desde puntos de vista, asimilables a posiciones en el campo, ajenos), sería imposible elegir los indicadores pertinentes para la reconstrucción del campo, o bien esta operación se haría mal.
b. Sin el distanciamiento, el investigador procedería a reproducir la jerarquía dominante acríticamente; o, en otra posible versión, una jerarquía alternativa de categorías a la que aspira un sector dominado en clave de denuncia.
c. Por ejemplo: sin el conocimiento de las connotaciones que en la época de Ortega tenía la oposición entre ensayo y sistema es imposible el estudio de su obra. Pero sin la distancia suficiente como para evitar caer en la denuncia de uno u otro estilo filosófico, tampoco es posible hacer buena sociología.
2. La pertinencia de los indicadores no se revela según un criterio puramente teórico: la práctica de investigación limita las posibilidades por cuestiones de representatividad, escasez de la información, reducciones o generalizaciones a las que obliga la clasificación de los datos, etc. Lo más importante es tratar de controlar (describiéndolas) las deformaciones que inevitablemente se introducen en la manipulación de los datos.
3. La práctica empírica, en cualquier caso, atraviesa los dos puntos anteriores, revelando y solucionando en lo posible, y al mismo tiempo, las insuficiencias de la investigación. Ya sea esta propia o una recopilación de datos ajena al investigador.
Tres oposiciones que explican los tres ejes de los análisis de correspondencias
El segundo eje se puede interpretar en términos generacionales: la distribución en edad, válida para los dos polos diferenciados en el eje 1, hace pensar que la estructura vigente de las clases de edad pertenece a un modo de generación distinto al que, según describe Bourdieu posteriormente, comienza a funcionar en las clases de edad inferiores: así el ascenso de las clases de edad inferiores no reproducirá la estructura del campo, sino que la transformará, imponiéndose un modo de generación diferente para los sujetos que en él se mueven (aún cuando se conservaran los dos polos invirtiéndose, ya que los efectos de una diferente relación entre ellos transformarían la construcción y la expresión de las disposiciones de los sujetos).
Es decir, que el polo dominado en el segundo eje, en este contexto histórico en particular, representa un modo de generación distinto, cuyos agentes, por otra parte, se sirven de una oposición generacional (viejos/jóvenes), racionalizada en forma de discurso, como eufemismo de las oposiciones estructurales –o de la lógica del campo– que funcionan en la práctica de los debates. De manera similar a cómo el poder temporal universitario legitima sus intervenciones, revistiéndose de un supuesto prestigio científico, “en un universo donde las cuestiones en juego son intelectuales o científicas” (p. 140), los polos generacionales enfrentados se legitiman traduciendo una posición exclusivamente generacional en clave científica o intelectual, ya sea desde la “seriedad” asociada a la “experiencia” (viejos), o desde la “innovación” y la “ruptura” (jóvenes). En todo caso, el resultado desvirtúa el debate propiamente científico.
Con este segundo eje, Bourdieu da a entender que la estructura del campo se manifiesta objetivamente en los agentes en forma de una carrera ideal, contra la que se miden las trayectorias propias (suponiendo, como vimos para los anteriores capítulos, que todos los agentes aspiran a la cima o miran hacia ella). El tiempo se presenta de esta forma como regulador de un orden de sucesiones, por lo que la ruptura de ese orden y, aún más, la ruptura del criterio que éste sigue, pasa por la subversión del tiempo establecido. De ahí la funcionalidad de este segundo eje.
En cualquier caso, cabe preguntarse por qué Bourdieu presenta aquí una teoría de las generaciones implícita y no explícitamente. Entre otras causas, sería interesante revisar el valor del concepto de generación en el mercado intelectual de la época, generalmente asociado al discurso antimarxista
Tres formas de capital cultural
1. Incorporado: poder científico, carismático, heteronomía (al jugarse también fuera del campo universitario francés) / autonomía (respecto al poder temporal y, por tanto, en el campo científico).
2. Objetivado:
3. Institucionalizado: poder universitario, limitado al ámbito de aplicación, autonomía (es un capital propiamente universitario, interno al campo) / heteronomía (respecto a la lógica científica, ya que introduce criterios externos a ella).
Descripción del funcionamiento de las relaciones de dependencia entre agentes dentro del campo
(p. 120): “El poder universitario consiste así en la capacidad de actuar, por una parte, sobre las esperanzas –fundadas ellas mismas, por un lado en la disposición a jugar y en la inversión en el juego, y por otro, en la indeterminación objetiva del juego– y, por otra parte, sobre las probabilidades objetivas –particularmente, delimitando el universo de los posibles competidores”
La indeterminación objetiva favorece la arbitrariedad de los que detentan el poder en cuestión, creando incertidumbre entre los aspirantes. La situación se complica si se añade la infantilización del discípulo –al someterse a lo que disponga el maestro– y el efecto de alodoxia: la creencia en unas reglas del juego (científicas o intelectuales) que no son las que realmente funcionan (sociales o temporales) en muchos casos. De ahí que Bourdieu insista en que las necesidades sociales se enmascaran como necesidades técnicas, legitimándose así su práctica. De esta forma, el poder temporal se hace reconocer, dentro de los límites en los que tiene efecto, según la lógica dominante del campo: en la universidad se haría reconocer según la lógica intelectual o científica, jugando así su influencia en cuestiones que son ajenas a su fuente de poder y comprometiendo de este modo la autonomía de dicha lógica respecto del campo social. Bourdieu se sirve aquí del estudio de empleo del tiempo para describir la realidad de las prácticas: el tiempo invertido en la investigación, docencia, jurados, sindicatos, relaciones sociales... es un buen indicador de la posición ocupada en el campo universitario y revelador respecto al habitus de los agentes.
Creatividad y posición en el campo
Dicho todo esto, y dado el conservadurismo presente en las disciplinas canónicas de la universidad –entendido tal conservadurismo como el esquema de reproducción de disposiciones que fundamenta el poder temporal–, ¿la ocupación de una posición en los márgenes universitarios es condición necesaria (no suficiente) para la creatividad y la originalidad? (Ej.: outsiders en Gil Villegas: Los profetas y el mesías)
- Lo que iría en relación, además, con la operación de distanciamiento inherente a todo trabajo científico de calidad.
- Y a su vez, con un origen social que posibilite la incorporación de disposiciones que generen seguridades en la resistencia frente a la norma y en la apuesta por nuevas inversiones: (p. 145) Propensión a correr riesgos: seguridad objetiva (tranquilidad, espaldas cubiertas) + seguridad que favorece la inversión.
- Pero Bourdieu no analiza el diálogo y la relación con redes intelectuales anteriores, lo que explicaría el éxito post-mortem y las dinámicas de producción de ciclo largo (esto se ve mejor en Randall Collins).
- La existencia de instituciones paralelas a la canónica es fundamental para sostener esta creatividad intelectual que exige, generalmente y a pesar de todo, el paso previo por la Academia (Ejemplo: el caso de Sacristán en España es paradigmático en este sentido).
Aggiornamiento: observaciones metodológicas
¿Cómo funcionan los mecanismos de trasvase entre el campo universitario/científico/intelectual y el poder social (consagración externa, política, periodismo, origen social...)? ¿Traslación de estructuras – histéresis del habitus?
- ¿Qué indicadores usar?
- Analizar las posibles carreras objetivas (y los mecanismos que regulan el ascenso institucional) en cada uno de los campos (internos y externos) y los posibles puntos de conexión. Por ejemplo: las crisis políticas y universitarias, las reformas institucionales...
- Analizar las estrategias de revalorización de posiciones dominadas y los fundamentos históricos que posibilitan tales ambigüedades en los signos (p. 162).
- Seguir los debates teóricos teniendo en cuenta que reproducen –refractándolos– los intereses asociados a la posición ocupada en el campo de poder. Intereses que son “estrategias sociales en las que se afirman y reivindican poderes” (p. 163)
- Reconstruir las redes sociales y los espacios de intercambio y sociabilidad que funcionan en cada uno de los casos/campos.
- Incluir biografías y análisis de trayectorias en la investigación.
- El análisis sobre los contextos de recepción (mercados) dice mucho del habitus de los productores.
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