El texto anterior de Jorge Costa propone un excelente marco de trabajo. Me centraré en un punto lateral para ofrecer un ordenación que puede ser de interés para nuestro proyecto. ¿Qué hacía dogmático al PSOE a los ojos de Ortega y cómo éste se encuentra influenciado por la realidad del socialismo de cátedra en Alemania y de figuras como Lasalle. El desdén respecto de los intelectuales fue típico de la tradición “pablista” (por Pablo Iglesias) del PSOE y juega un papel importante en la posición de Largo Caballero. Se parecía a la cultura comunitaria del SPD pero sin las figuras intelectuales que la mantenían y le otorgaban un gran prestigio. La cultura comunista española (“intelectuales cabeza de chorlito”, decía Pasionaria) heredará en ese punto mucho del “pablismo”. La comparación con el comunismo francés –véase el libro de referencia de Frédérique Matonti- se impone Centrémonos brevemente en este punto. La primera generación de grandes intelectuales marxistas (Labriola, Kautsky, Plejanov, Mehring... Unamuno, como dice Perry Anderson, pudo haber sido uno de ellos, pero Don Miguel era de querencias cambiantes) no encuentra correspondiente en España. La segunda generación tampoco (Lenin, Bauer, Mehring, Luxemburg) aunque en ésta puede contarse, no como intelectual marxista pero sí socialista que conoce y discute bien a Marx -por no hablar de su disección temprana de los efectos del leninismo- a Fernando de los Ríos. Esa figura es central para comprender un pensamiento no marxista pero de izquierdas y con mucho fuste intelectual, en un gran filósofo como Gaos. Debe explorarse esa izquierda, en buena medida orteguiana, para comprender las posiciones y los cambios políticos e intelectuales de Don José. En el otro gran caso de izquierda orteguiana, María Zambrano, la reflexión surge de una profundización y una crítica de una tradición unamuniana y, en cualquier caso, de la indigesta -y hasta letal- visión de España que legó el 98. El magnífico capítulo de Juan Carlos Rodríguez sobre Baroja y El árbol de la ciencia en La norma literaria ayuda a comprender con un escalofrío de qué era un precursor Andrés Hurtado, un personaje tan central en el imaginario español. La tercera generación, la del marxismo occidental, comenzada por Lukács (que incluye a Adorno y Althusser y al más grande de todos Antonio Gramsci), tampoco: aunque podríamos colocar en ella a Jorge Semprún y a Fernando Claudín. Hay que esperar a la cuarta generación para que aparezcan grandes –no solo desde parámetros nacionales- intelectuales como Carlos Paris, Gustavo Bueno y Manuel Sacristán. Es un marxismo, nacido como en Della Volpe de una primera socialización fascista (véase el trabajo de Francisca Fernández) y también orteguiano. Ese marxismo, ya está directamente conectado con la tradición universitaria (no sólo, en el caso de Sacristán, en que va unido también a la militancia política activa), conoce la crisis y el desmigajamiento de la tradición. La escuela alrededor de Ibáñez es fundamental en esta generación: el orteguismo zubiriano de la sociología cualitativa española es más que evidente. El libro de Paco Vázquez contiene un ordenación generacional de la vida filosófica del marxismo en España. Hay que aclarar, que sin marxismo y sin comunismo, la tradición de izquierda sigue y produciendo figuras de primer orden, ya sí, con reconocimiento internacional: Manuel Castells es un ejemplo.
Como puede verse toda la izquierda intelectual española, se define respecto a Ortega: es el Sócrates español, decía el joven Sacristán. Esto desaparece en la generación de Castells, Jacobo Muñoz, Juan Carlos Rodríguez, Francisco Fernández Buey, Juan-Ramón Capella, Gabriel Albiac…
Aprecian a Ortega, fundamentalmente, los sacristanianos como Jacobo Muñoz y escribirán sobre él más tarde. La relación de Rodríguez con Ortega, la proclamada y la real, es más peculiar y merecería un estudio monográfico. A ver si Pepe Bellón se anima.
Aprecian a Ortega, fundamentalmente, los sacristanianos como Jacobo Muñoz y escribirán sobre él más tarde. La relación de Rodríguez con Ortega, la proclamada y la real, es más peculiar y merecería un estudio monográfico. A ver si Pepe Bellón se anima.
Acabo de recibir de Salvador López Arnal, Entre clásicos. Lukács y Sacristán (La oveja Roja). Un trabajo más, muy cuidado, de Salvador López Arnal para conocer un pensador que sorprende por su inteligencia hasta en sus notas menos elaboradas. En una conferencia de 1969 sobre arte y cultura, Manuel Sacristán deja un documento con, entre otros, los siguientes tres epígrafes 1) En el siglo XX, reducción de todo historicismo con vigencia a marxismo 1.1) Parcial excepción: Ortega 1.2) La tradición diltheyana desemboca en marxismo con Lukács, Marcuse, Adorno. Que eso fuera obvio entonces para él, que lo dijera en condiciones de represión política y de militancia sufrida, que le importara un bledo cualquier sectarismo teórico, muestra la libertad de espíritu y la impresionante lucidez académica de Manuel Sacristán ¡Qué pena que alguien apabullante no tuviera tiempo, ni condiciones institucionales (debido a la represión) para terminar de escribir! De lo mejor, y en algún ámbito, de los exquisitamente buenos, de lo que Perry Anderson llamó el marxismo occidental. Desconocido fuera de España, semidesconocido en España. Los filósofos de profesión hacen muy mal en seguir sin leer a este gran marxista orteguiano, tan original y matizado. Por cierto, Alfonso, de La oveja Roja hace un gran trabajo editorial.
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