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miércoles, 30 de noviembre de 2011

María Francisca Fernández sobre Manuel Sacristán en la segunda sesión de nuestro seminario de formación «Pepe Gaos»



Hoy les voy a presentar un avance de mi trabajo de tesis, esperando que puedan hacerme todas las críticas y sugerencias que les surjan. Como todos saben el tema de mi tesis es Manuel Sacristán. Más específicamente, el objetivo de mi trabajo es estudiar a través de la figura de Sacristán, las condiciones de posibilidad del trabajo intelectual y político durante el franquismo, ya que la figura de Sacristán ofrece una particular intersección entre estos dos ámbitos. Esta cuestión, está planteada en algunos trabajos de José Luis, especialmente en «Consagración institucional, consagración intelectual, autonomía creativa. Hacia una sociología del éxito y el fracaso intelectual» y «Cómo continuar con la filosofía. La vía orteguiana de crítica a la escolástica». Yo parto entonces de esta base, de las problemáticas y las preguntas que ahí se plantean.
Con respecto a las herramientas teóricas no voy a profundizar mucho en ello, ya que pretendo podamos verlas sobre el trabajo empírico. Solamente mencionar para los que trabajan otras temáticas, que ésta se fundamenta principalmente en la sociología de los intelectuales de Randall Collins y la teoría de los campos de Bourdieu. Y parte de la aspiración a realizar un análisis materialista de la filosofía: es decir, un análisis que haga atención a la relación entre el texto filosófico y los contextos materiales de su surgimiento y su recepción.
Desde el punto de vista metodológico tres ejes, a los que me remito constantemente, organizan la investigación:
La trayectoria intelectual como punto de partida es abordada sobre la base de las condiciones de inserción institucional y la actividad política, en cada etapa de la trayectoria dividida por sus trasformaciones más relevantes (en base a esta razón se dividen los capítulos de las tesis).
Lo que les voy a presentar hoy es el capítulo II que lleva por título Socialización política, Socialización intelectual y abarca desde los primeros años ―Sacristán nace en 1925― hasta 1949, es decir, hasta 23 años. Esta primera etapa es la de construcción del agente, es decir, del individuo epistémico configurado en base a unas variables que van a ser pertinentes en relación a mi objetivo de investigación. Para ello presento tres apartados con el objetivo de dar una explicación plausible de la interiorización por Sacristán de las instituciones o estructuras sociales de las que formó parte en su infancia y parte de su juventud. Estas son: 1 Origen social y mundo familiar. 2 Primera socialización política. 3 Primera socialización intelectual:
1 Origen social y mundo familiar
Con respecto al primer apartado lo que quiero ilustrar es la génesis de su habitus. Para ello intento dibujar su mundo social y familiar: De la familia hay poca información disponible, pero de lo que hay me interesa destacar, pensando siempre en la caracterización de Sacristán como agente:
Primero en relación a la familia paterna y el modelo paterno: Sabemos que su familia paterna era de origen ceutí, sus abuelos administraron la cantina del casino militar de Ceuta. Con mencionar esto simplemente quiero dejar constancia de que por el lado de la familia paterna hubo una relación directa con lo más duro del mundo militar. El padre Manuel Sacristán Samiñán, fue un falangista de primera hora, al estallar la guerra trabajaba en la delegación de Guatemala que hacía las funciones de embajada. Es decir, que era una suerte de diplomático. Tras la guerra se dedicó con éxito a los negocios fue y administrador del Frente de Juventudes de Barcelona.
Sin embargo, el abuelo falangista es descrito por su nieta Vera (hija de Sacristán), como un andaluz «despreocupado y guasón». Y algo que me parece importante en relación a la influencia que pudo tener en Sacristán, es que se definía políticamente a sí mismo como «pancista» (López Arnal, 1996: 278), el polo opuesto del compromiso y el rigor que caracterizaran a su Sacristán.
Por contraparte está el modelo materno. Me parce relevante destacar de la madre: Que fue mujer de un catolicismo practicante y pertenecía a una familia de la pequeña burguesía castellana de artesanos guarnicioneros de la que «había heredado [en palabras de Vera] su carácter previsor, responsable, creyente y de resignación» (López Arnal, 1996: 278). Que fue determinante en la reproducción del capital cultural familiar: sabemos, por Antonio Sacristán Luzón ―hermano dos años menos de Manuel― que antes de que fueran a sus primeros centros de estudios la madre ya les había enseñado a leer y escribir (López Arnal, 1996: 286). Claramente los esfuerzos maternos tenían en él sus mejores resultados. La relación con la madre fue mucho más cercana que con el padre. Sacristán tenía un gran respeto por su madre, admiraba de ella su seriedad, le consideraba una mujer cuidadosa de las formas y le parecía muy atractiva la cultura de la que venía, que era la cultura del trabajo y de la modestia.
Bueno, me parece entonces que con estos elementos puedo proponer ya una primera síntesis de propiedades que van a caracterizan a Sacristán: todo parece indicar que ciertas disposiciones muy marcadas en Sacristán, un habitus militante, de compromiso, de seriedad y rigor, de ir hasta el final provienen de la influencia materna. Todo el capital cultural heredado de Sacristán fue sancionado y acrecentado por la escuela. Por lo que hay una disposición de docilidad que implica este proceso de incorporación de las estructuras y jerarquías escolares, que va a ser importante para comprender como vivirá luego la marginación institucional, en el sentido de que condicionará una relación ambivalente con una institución.
El proceso de interiorización de la identidad intelectual tiene su asidero en la impronta materna. Sin embargo, en la adolescencia hay alejamiento simbólico del mundo familiar, característico del proceso de formación intelectual en un medio ajeno —a la lógica intelectual—. Este proceso le valdrá el título de «sabio de la familia» que más tarde le profesará ―en palabras de Vera—«respeto y devoción»—. Quedando entonces más o menos delimitada esta jerarquía familiar, Sacristán adolecente encontrará sus primeros interlocutores en la Barcelona de posguerra.
2 Socialización política
Primero me parece que estaría bien separar dos etapas: una primera de militancia adolecente (entre los 14 y 21años, 1939-1946/7) donde Sacristán fue parte del Frente de Juventudes y el SEU. Y otra donde, si bien Sacristán rompe con el SEU, permaneció sin embargo, vinculado al cierto ámbito de Falange.
Con respecto a la primera etapa de militancia adolecente: creo no hay mucho margen de duda al decir que está vinculada a la militancia del padre, que como decía fue administrador del Frente de Juventudes de Barcelona. Sacristán tenía 14 años cuando entra a la OJ. Sin embargo, la actitud de Sacristán adolecente para con la institución no fue neutra, ni mucho menos de rechazo, al contario Sacristán fue un joven falangista comprometido y ejemplar, llegando a ser Jefe de Centuria en sus años de bachillerato y a destacar en los campamentos militares aún después de su ruptura con el SEU. En los relatos memorísticos de sus contemporáneos hay constancia de que vivió de forma particularmente intensa la experiencia de su militancia juvenil. En lo referente a este punto, mi idea es que algunas características de su habitus comienzan a aparecer a través de la militancia falangista. Es decir, que la militancia adolecente puede ser el contexto donde se activa ciertas disposiciones, sobre todo vinculadas a una temprana identificación con los rasgos más legítimos del modelo materno ―seriedad, rigor, esfuerzo, obediencia. Aunque con toda probabilidad el falangismo de Sacristán fue la continuación de la herencia simbólica paterna, en la forma de vivir tanto la militancia política ―falangista y comunista― como la vida intelectual, es donde se deja ver el vínculo con el modelo materno. Se traducirá, sí, de forma distinta en cuanto a la vivencia política y a la vivencia intelectual, pero la idea es que tendría un asidero común.
3 Socialización intelectual
Como decían antes, en este proceso de separación simbólica del mundo familiar, será en el instituto el Balmes donde Sacristán encontrará sus primeros interlocutores. Allí hizo amistad con Jesús Núñez y especialmente con J.M. Castellet, amistad que se extiende y consolida en la universidad. En el Balmes Sacristán encuentra un ambiente que acoge y fomenta sus inclinaciones intelectuales. La energía emocional del grupo se estimulaba en torno a las aventuras literarias. Según relata Castellet (2010) en sus memorias su profunda amistad con Sacristán se había forjado en base a los primeros intereses intelectuales compartidos que encontraban cobijo en algunos buenos profesores del Balmes [―Guillermo Díaz-Plaja y Joaquín Cerras Artau, de literatura y filosofía respectivamente―.]
Respecto al Modelo social de este núcleo (Castellet, Núñez, Sacristán): hay un origen social común: pertenecían a un sector de la clase media provisto de capital cultural y eran del ambiente nacionalista. Ahora, algo que creo merece la pena destacar pensando siempre la caracterización de Sacristán: según Castellet había una «distancia sutil» por parte de Sacristán hacia su familia que tenía relación con la ocupación del padre de Castellet que era comerciante de relativo éxito. Según Castellet esta distancia era extrapolable «a toda una forma de ser y de pensar que configuraba [su] entorno» social (Castellet, 2010:21). Yo creo que esta distancia de Sacristán tiene relación con una inclinación a diferenciarse de las fracciones más desideologizada e inclinada al consumo de la pequeña burguesía barcelonesa que era su ambiente. Además en las cartas con Sacristán sobre las que Castellet escribe sus memorias ―que datan de 1950― aparece el elitismo intelectual que le separaba también de esa «masa» que la élite falangista estaba llamada a dirigir y que le diferenciará más adelante de las fracciones más anti-intelectuales del franquismo. Esta caracterización social que se define contra una burguesía más económica y desideologizada y que se distingue de las clases populares por un elitismo intelectual y político, es análogo al que describe José Luis en la caracterización del modelo social de la escuela orteguiana.
Una cultura falangista: ahora con respecto a su socialización intelectual es fundamental la cultura falangista. Para Sacristán el falangismo fue además de un modelo político juvenil, un primer referente intelectual. Me parece que primero, para comprender la influencia intelectual del fascismo en Sacristán, habría recordar que el fascismo además de ser el modelo político del totalitarismo europeo y del fenómeno de masas que suscitó, fue ―junto al marxismo―una posibilidad, una opción intelectual ante la crisis del liberalismo capitalista de principios del siglo XX.
También el marco político en el falangismo que se dio en España: el falangismo había florecido en España en el contexto de una cultura política liberal de fondo conservador y en cuanto que fascismo había perdido lo que tenía de liberal.
Esta cultura se había consolidado, en la primera mitad de la década de 1930, en un ambiente social específico y restringido. En España el núcleo propiamente fascista de arranque no superó la caracterización intelectual poético-literaria, generalmente joven y masculina, proveniente de la burguesía o alta burguesía ―a excepción de Ledesma Ramos―y cercana al poder político y militar. El fascismo había tomado forma en España entre personas que compartían, entre otras, una característica común: eran intelectuales o aspiraban a ello. Ernesto Giménez Caballero, Ramiro Ledesma Ramos y en menor medida Onésimo Redondo Ortega y José Antonio Primo de Rivera. El falangismo les permitió cotizar tanto en el campo político como en el intelectual en un momento en el cual las fronteras entre los campos se volvían débiles.
Por último, cómo llega esta cultura falangista a Sacristán: el falangismo había sintetizado, de particular manera, una parte importante de la cultura española anterior a la guerra civil. El referente intelectual de esta generación fue Ortega, que fue leído por la generación falangista posterior a través del filtro joseantoniano. Sabemos, por declaraciones del propio Sacristán que «lleg[ó] a conocer toda la literatura falangista, no sólo la joseantoniana» (Vilar, 1969: 236). Y también sabemos que conoció a Ortega profunda y directamente, pues sus obras completas se encontraban en la biblioteca juvenil de Sacristán.
Desde el punto de vista intelectual e institucional: hay que tener en cuenta que en los años cuarenta cuando Sacristán estudia y comienza su vida intelectual, como ha mostrado José Luis, eran intelectuales falangistas los que detentaban aún la hegemonía del campo español y aunaban una cultura y una problemática común. La otra opción válida era la filosofía escolástica oficializada por el estado franquista. Estas eran las alternativas posibles delante de las que se situó Sacristán en aquel entonces. No podía estar ajeno a ellas pues eran los posibles de su futuro como intelectual.
Muchas gracias.

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